Capitán, ¿dónde andarás? Hacen casi cuarenta años que no tengo noticias tuyas, la última vez que conspirábamos, el barco hundido de la playa de La Pedrera nos miraba y vos ibas para adentro y yo pal norte, por las arenas, a donde El Veco, a naufragar
Capitán, dime: ¿cómo has estado todo este tiempo voraz? ¿sigues entero? ¿te has amputado? Ellos esperan que lo hagamos, pero yo sé que tú, que vos, capitán, te habrás despachado a unos cuantos infames antes de vos mismo hacerte daño. Esa es la vida que nos merecemos, esa es la honra que transitamos, esa es la dignidad de nuestra soledad
Mátalos con tu desprecio. Es el azar, es el oráculo. Es Isaías, 14:23: La convertiré en posesión de erizos y en aguas estancadas, y la barreré con la escoba de la destrucción. Babilonia y el Señor de los Ejércitos: tú sabes, tu bien sabes de eso
Matarlos a puro desprecio, capitán. Matarlos, porque son despreciables, son miserables, son inhumanos, capitán. Vos que no matabas ni a una cucaracha, me enseñaste eso: peor que la muerte es el olvido. Por eso, yo no te olvido. Porque no quiero matarte, porque no quiero matarme
Capitán de las albuferas, los arrecifes, capitán también de tierra firme, tierra que te entierra, ¿qué azares serán los que nos convocan? ¿Esta realidad apestada por su incapacidad de encantar? ¿esas puras pajas que no conmueven a nadie, sólo a ellos que se conmueven con ellas? Ay, capitán, cómo ansío esas luces de faro, cómo extraño las montañas, cómo desandaré los caminos para volver a ellas. Tú lo sabes: ese es mi andar
Capitán: como siempre, pondré estas palabras dentro de una botella y la arrojaré al mar, convencido de algo que no muta ni se altera: si vos no las lees, las leerán los peces o, quizás, las almejas de una playa lejana, esas almejas que saben todas las lenguas
Capitán: si ni siquiera las almejas lean este mensaje, tu y yo, capitán, lo sabemos: queda dicho.
Pablo Cingolani
Desde algún lugar, 8 de mayo de 2020
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