Últimas hojas que se aferran, se obstinan, resisten en el tilo
Debes ver eso: nada puede contra ellas, solo el viento
Ellas dejan que su murmullo las aliente y, con sus caricias, se dejan llevar
No caen, nunca caen: dejan que el viento las guíe
Ultimas hojas de un árbol: deja que te conmuevan, deja que la fuerza de su insistencia te enseñe
Sólo el viento las agita, sólo bailan con él, solo entre sus soplos, viajan y vuelan y sueñan
No ceden, no cejan, nunca caen: dejan que el viento las guíe
Ellas saben, las últimas hojas del tilo saben
Sólo así dejarán atrás las nieblas del invierno, sus pesadumbres, sus sufrimientos
Sólo así podrán revivir
Entre nuevos brotes, nuevos amaneceres, nuevas alegrías
Mira ahora ese árbol, siente su íntima respiración, escucha su voz, dice a sus hojas: vuelen, busquen otros mundos, ya regresarán, yo siempre las estaré esperando
El árbol, tapizado de un musgo tan añejo y antiguo como el destino, no llora
Sabe de su virtud, sabe de la majestad de su ser árbol, sabe que las hojas volverán
En su legendaria serenidad, sabe que sus certezas son un puñado, pero también sabe que son invencibles.
Pablo Cingolani
Desde algún lugar, 7 de junio de 2020
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