Cosechando memorias que no sembré


Aprovechando la belleza de un chubasco veraniego, acomodo la tarde cosechando memorias que no sembré.

Jesús Lara venía del campo, de un pueblo del Valle Alto, Villa Rivero, tierra de maíz fuerte y chicha embriagadora, de mujeres luchadoras y luego mucha emigración; el minifundio que nació de la Reforma Agraria, la ausencia de agua y la llamada de la urbe y su progreso… Cuando en la Colombia esquina Oquendo iban a visitarlos sus amigos, firme sobre sus escritos, los atendía con un ojo a la escritura y el otro al huésped; una vez a una atrevida pariente que se había quedado más de lo plausible al teléfono que él le había permitido usar, con una mirada la dejó paralizada en la pared. Austero y severo. Figuras claras de hombres de una época que hoy, sin necesidad de desempolvar, es arqueología; cosas que Don Jesús aprendió del profesor Louis Baudin: “Cuanto más se descubre más queda por descubrir”, amando el runasimi como pocos.

De la anormal inteligencia de Cesáreo Capriles siempre oí hablar, sencillo, genial y humilde lo recuerda mi suegro, pero de su inteligencia se quedó atónito para siempre. Sigue conservando algunas copias de Arte y trabajo, revista adelantada por su época, se esfumó como su fundador…

Los cuadros del ateo Teodomiro Beltrán siempre representaron imágenes sagradas, vírgenes con el niño Jesús, el Cristo crucificado, ángeles y demonios, palomas de la paz; “¿Por qué será?” me pregunta mi suegro, “¡Será por qué de otra manera, el pintor no habría comido en aquella época!” …uno de sus cuadros colgaba de una pared de la Catedral Metropolitana de Cochabamba, hasta que, le contó un influyente cura a mi suegro, un funesto arzobispo lo hizo descolgar y se lo llevó a Italia. El infeliz Monseñor Prata, o Plata que se quiera, se fugó con la obra y terminó sus días entre los camorristas de su pueblo natal. De la obra nunca más se supo nada.

El Doctor Terán había estudiado en Rusia, comunista hasta las uñas, vivía en la Calle Junín con su esposa y unos ochenta gatos siempre bien alimentados y bien refugiados en el entretecho de la casa. Desconfiaba de los hombres y amaba el animal más extrovertido entre los animales domésticos, el gato. Entre lecturas marxistas y croquetas transcurría días serenos cómo de un retiro en provincia, la revolución que esperaba nunca llegó, con una gigantesca lupa escudriñaba hojas tras hojas el dilema de Marx y de Engels, por la tarde subía al entretecho y alimentaba la desdeñosa libertad de los felinos, libertad que nunca perteneció a los hombres.

Uno de los misterios que sigue persiguiendo a mi suegro es, según él, la actitud contradictoria de su abuelo, ilustre educador cochabambino, frente los hombres de derecha y los de izquierda de su época. Me cuenta que cuando un exponente de la derecha iba a visitarlo le invitaba té, lo hacía preparar a una sirvienta la cual lo servía con mucho esmero mientras, cuando se presentaba un exponente de la izquierda, llamaba la sirvienta y le decía:” ¡Serviles mote y quesillo a este comunista! “.

Maurizio Bagatin, 15 enero 2021
Imagen: Gildaro Antezana, Jacaranda y chillijchi

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