Atravesar la ciudad


Todas ciudades tienen sus incansables flâneur, melancólicos en el andar, observan que no parece estén mirando, miran sin observación, capturando todo lo invisible a los ojos.

Caminan, andando la ciudad está a sus pies, se sientan y las piedras les hablan, el asfalto le sugiere, los hombres, mudos, les transmiten lo que nunca pidieron, lo que como oráculos vacían de sus mitologías; extraña figura el flâneur, muerde ruinas y violencias, encanta el gato en los tejados y el perro callejero; despistando todos los rumbos posibles, amagando esquinas, camuflando itinerarios, vago en su imposición, libre de cualquier urbanismo.

Conocí algunos de ellos también aquí, en la Llajta, se los conocen como otra figura, el poeta, el aparapita, el caricaturista, todos andando, todos confundiendo días y noches, el frio con el hambre, el amor con la sed, nunca el miedo, la soledad, el dolor. Algunos, pero todos eran artistas, artesanos del día a día, del andar, como amaba Nietzsche, El Águila, El Danger, el Nico, el Samurái, otros dejando al dominio de la escritura su andar por la urbe, Waldo Peña, Jorge Zabala, el Kichi, todos Baudelaire de este spleen clandestino, en esta pequeña ciudad para titanes.

Maurizio Bagatin, 11 de marzo 2021
Imagen: Juan Mochi, Hombre con vaso de chicha

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