La alimentación en Cochabamba: la capital gastronómica de Bolivia entre pollos a la broaster y la pérdida de la soberanía alimentaria


“Todo lo que comemos es objeto de poder” - Elías Canetti -

Si es verdad que somos lo que comemos, nuestra esencia ha perdido mucho de lo que hemos sido originariamente, un proceso de evanescencia se ha adueñado de nosotros, haciendo disipar muchos de nuestros componentes vitales: el CHONPS (Carbono, Hidrogeno, Oxigeno, Nitrógeno, Fosforo y Azufre) de nuestra composición. Y esto gracias, mejor sería decir a causa de, nuestra mala alimentación. El Allin mukhuny sumaj mikhuny sumaj kallpayuj kanki ongoytapis atipanki (Aliméntate bien así tendrás mucha fuerza y vencerás inclusive las enfermedades) que los ancianos cochabambinos buscaron transmitir a las nuevas generaciones, ha sido borrado con unas alitas de pollos alimentados con soya transgénica y con unas papas holandesas freídas en aceite de soya. Cochabamba, que fue granero incaico y lugar tradicional de producción de maíz (más de 70 variedades son presentes en el territorio nacional), la ciudad de la eterna primavera, adonde el higo, el membrillo y los parrales de uvas deleitaban con sus sombras a los cochalos en su sajra hora, en sus almuerzos hechos de frutos de su finca o de la finca del vecino, hoy se ha vuelto una ciudad adonde de las veinte frutas que encontramos en la tienda de la esquina o en el carrito del frutero, más de la mitad son importadas (un anciano probando una manzana cultivada en Cliza me dijo: “¡Esta es una manzana, no estos corchos que importamos de Chile!”); adonde ya no encontramos choclos todo el año como siempre fue y adonde las verduras que encontramos vienen de quien sabe dónde y cómo son cultivadas, con unas dosis de agro tóxicos que demuestran sus resultados en el gastro del Hospital Viedma. El 60 % de nuestros alimentos son importados. Además, es espantoso ver como una población, que basaba su alimentación en el maíz, las papas, las cucurbitáceas y las legumbres sea hoy una población con un nivel de obesidad, un número de diabéticos y con otras enfermedades relacionadas con la mala alimentación en continuo crecimiento. Nuestros hábitos alimenticios han ido de paso con la tempestad del progreso, la cual se ha llevado los sanos hábitos de dar tiempo, espacio e inteligencia en la elección de nuestros alimentos; una sana reflexión nos ayudará en reconocer los errores cometidos y en corregirlos antes que nuestro CHONPS se transforme en puro LDL, sacarosa y con hábitos XXXL o hechos a medida. Este sombrío panorama ha hecho que muchos reflexionen y cambien sus relaciones con la alimentación; desde hace unos cuantos años, paralelamente a las malas costumbres alimenticias, existen ofertas y demandas de alimentos más saludables, existe un nicho de consumidores que buscan revolucionar su despensa, modificar su tiempo y su espacio dedicado en la preparación de su alimento, con más inteligencia, sobre todo siendo ellos los que deciden lo que comerán y no las modas, la publicidad y el poder. Aunque exista una fuerte resistencia de parte de lobbies ligadas a transnacionales de la alimentación y de la producción agropecuaria convencional y a los Ogm’s, será siempre más difícil poner el dedo en la boca (y cualquier alimento) a una población que quiere ser realmente lo que come sano, limpio y soberano.

Maurizio Bagatin, agosto 2017
Imagen: Una de las contradicciones del llamado "Proceso de cambio"

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