Tan cerca y tan lejos


Concha Pelayo

Tan cerca como lo he tenido siempre, tanto como he disfrutado de estos dos ríos, dejándome acariciar por sus aguas, tanto como me han hecho soñar estos paisajes y sin embargo han tenido que pasar décadas para ver donde se abrazan el uno al otro: el río Esla y el río Duero. Por fin, ayer fui a este lugar mágico para ver, como si de dos amantes se tratara, el abrazo de estos dos hermosos ríos rodeados de imponentes paredes graníticas. El paisaje deslumbra en medio de una naturaleza mágica y agreste entre la que crece el tomillo, las escobas, las encinas y multitud de florecillas multicolores que van salpicando el espacio, mínimo, que hay entre las rocas. Revolotean las águilas ante mis ojos para posarse en los nidos que se esconden entre el paisaje. Las piedras hablan y nos dicen que hubo un tiempo en que por estos lares habitaron otros hombres, tal vez aquellos que iban cubiertos con su propio pelaje. Allí, en privilegiada atalaya descubro el verraco que se alza sobre un altar rupestre. La imaginación estalla en las sienes y es fácil dejarse llevar por ella. Cuando nos acercamos a estos rincones se siente el enorme agradecimiento ante la Madre Naturaleza.

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*Publicado originalmente en el blog de la autora, Quién me entiende a mi (3/3/2021)

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