Hace un año pensábamos que esto, para el verano, estaba liquidado, y se hablaba con una soltura de espanto de esa sandez recién inventada con el nombre de «nueva normalidad», una especie de Jauja social o de Utopia mesiánica por fin caída sobre nosotros. Los filósofos de profesión se hicieron adivinadores del porvenir y anunciaron al hombre nuevo y su mundo del futuro, cuasi angelical. No dieron una. Éramos peor de lo pensábamos y la calamidad que nos azotaba más seria y honda de lo que parecía. De lo sucedido en las residencias de ancianos no hablo, que lo haga la Fiscalía general de Estado, los jueces de instrucción... pero no albergo esperanza alguna. Dudo que alguien pague por lo cometido. Siempre les quedará ETA. Hoy leo que se ha deteriorado mucho la salud mental o estado anímico de la población de riesgo en la que me encuentro, titulado de viejo cuando la víspera estaba con muchos otros en lo del «a vuestra edad todavía sois jóvenes». Ha cundido el desanimo y la fobia social por mucha imagen de chiringueteo que se publique. Ansiedad, depresión, dolores, pejigueras diversas y paliativos de todas clases. Haces de polichinela de ti mismo y crees que vives intensamente, enmascarado, gruñidor, matasiete, optimista de vacuna, ya te las has puesto, ya estás a salvo, ya, ya... Fue hace un año. Y así vamos tirando, solía rubricar Josep Pla sus notas sobre el tiempo y sus inclemencias.
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Publicado originalmente en el blog del autor, Vivir de buena gana, 12/4/2021
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