“El vino de Pocoa es enorme y oscuro en el atardecer de la Republica y cuando
está del corazón adentro, el
recuerdo
y la apología
de lo heroico cantan en la rodaja de las espuelas como
el lomo del
animal, nadando en la tonada fundamental de los remansos o
contra la
gritería roja de la espuma.”
-Pablo de Rokha, Epopeya de las comidas y las bebidas de Chile-
La
alimentación se hereda,
nos contó Rogelio Sampaña, un guardián de semillas de Ecuador. En el núcleo
familiar y en la comunidad se comparten costumbres y culturas, los hábitos
alimenticios nacen ahí, se heredan y se transmiten. Las mujeres fueron las
primeras sedentarias, en la choza construida por hombres empezaron a
seleccionar los frutos que recolectaban y así sus semillas. Saboreando los
frutos decidieron cuales eran buenos, y separaban las plantas nutricionales de
las plantas medicinales, las que fortalecían a sus hijos y a sus parejas, las
que curaban, las que conservaban en un buen estado los más ancianos. Las
chacras eran las fabulosas síntesis de la biodiversidad de un piso ecológico,
de una región, de todo un continente. Al inicio, como en una fábula, fue la selección
hecha por las mujeres, el minucioso trabajo que permitió la evolución humana,
luego fue la producción, la selección y la conservación de las semillas. El
único objetivo era la vida, existían el respeto, la vida y la muerte, y el vínculo
con la naturaleza y los animales. Hasta una nueva era, el Antropoceno.
En la escena
novena de Ollantay, Ollanta invita a Piqui-Chaqui ir: “Ve,
Piqui-Chaqui, y dile a Ccusi-Ccoyllur, que esta noche me aguarde”. Y el
Piqui-Chaqui le responde:” Fui ayer por la tarde y encontré su palacio
abandonado. Pregunté y nadie me dio razón de ella. Todas las puertas estaban
cerradas. Nadie moraba allí ni un solo perrito había”. “¿Y sus
domésticos?” le pregunta Ollanta, “Hasta los ratones habían huido no
hallando de comer; solo los búhos sentados allí, dejaban oír su canto lúgubre…”.
El abandono es la muerte de la semilla, el abandono es hambre y miseria. Las
semillas no deben descansar, deben ser plantadas, deben propagarse y consumido
su fruto, luego intercambiadas, truequeadas, y así mantener el circulo
vital de la semilla.
Me sentaba al
lado de la estufa a leña, me sentaba encima del “cajòn” adonde guardábamos la
leña seca, leñas para la estufa que en invierno trabajaba día y noche y que en
verano todos olvidábamos, ocultándola bien tapada con un mantel floreado,
esperaba el otoño para volverse la protagonista. Siempre fiel, calentando y
cocinando. Introducías un pedazo de leña en la estufa mientras escuchabas los
más viejos hablar, la olla proceder y el viento afuera silbar, así era el
invierno de los últimos analógicos. Saberes y sabores al mismo tiempo.
De las más de
3500 especies que alimentaban al hombre del Nuevo Mundo antes de Colón, quedan
las que no depredamos completamente; mi amigo Valdely Ferreira me regaló una obra
de arte de inconmensurable valor, un trabajo que fue desarrollando con
Harri Lorenzi, un inmenso estudio sobre las plantas alimenticias no
convencionales, las plantas que hemos olvidado totalmente o casi
totalmente, centenares de frutos y plantas que nunca hemos pensado o imaginado
comestibles nos retornan, ofrecidas con sus propiedades nutricionales,
curativas, con recetas, con indicaciones de cómo se deben cultivar, cosechar y
elaborar. Con toda la poesía de los lugares donde se encuentran y de los
estudios científicos de los cuales fueron, y siguen siendo protagonistas. Y así
supe que el Bastón del emperador, esta estupenda flor tropical puede ser
consumida como ensalada, que las hojas de níspero son un buen tratamiento para
la diabetes o que el Noni, que hasta hace algunos años atrás se vendía “como
gran producto tahitiano” se encontraba también aquí en Sudamérica, y que el
Llantén es buenísimo revuelto con huevos, que el árbol de Morera
ahora está viviendo un boom en Colombia, en Ecuador y en Perú, por ser sus
hojas muy buen alimento para el ganado en la permacultura -mientras a nosotros
de niños, el comer sus frutos, las moras, nos daban una diarrea de padrenuestro…-
, y así que el Sacha-Inchi puede ser la alternativa a la devastadora
soya transgénica, que el Kalanchoe se lo puede consumir en jugo y en
ensaladas y es un excelente anticancerígeno. Unas riquezas que están a la mano
casi siempre, lo que la llamada Revolución Verde en muchos casos llegó a
considerar maleza, abandonándola al olvido, mientras eran biodiversidad,
cuadros de Van Gogh, de Monet, de Rousseau…
Adentro de esta fabulosa estructura que el Inca supo construir, una sola es la que nunca podremos negar: todos tenían acceso a la alimentación. La estructura de poder es poder, la ausencia de horizontalidad en dicha estructura es la eterna lucha del hombre, “desde siempre pueblos y patrones, fue todo ahí que empezó”, escribió el poeta…y alimentos sanos, diversificados y para todos. Y cuanta belleza en sus nombres originarios, Amka (la papa), Apilla (oca), Isaño (oca blanca), Ulluku (papalisa) y la Rakacha, la Yuca, el Apichu o Kumara (camote o batata), la Walusa, la Kiwicha (el amaranto), Sara o Tonko (el maíz), la Achojcha, el Okoruro (berro andino), el Sillakauchu (el tomate), el Lakawiti (la calabaza), la Tunta, el Chuño y la Kaya. Una miskki simi de la tierra, voz hecha de saberes y de sabores, un arcoíris de tentaciones, el Lokoto, la Ulupika, la Chijchipa y la Wakataya y para los omnívoros, el Ispi y el Karachi, el Charque y la Chalona.
A través de estos étimos originarios reconoceremos lugares, recordaremos
historias, podremos imaginarnos el origen de una persona, todas las leyendas y
todas las fabulas que entran y salen, viven y mueren, permaneciendo en nuestro
imaginario colectivo y, a veces, solo individual.
La Biblia de
la cocina renacentista es
L’arte del cusinare di Bartolomeo Scappi (Venezia, 1570), una obra que
cuando se publicó, con sus fines y bellísimos grabados, se la reconoció por ser
un trabajo literario notable por la variedad de temas y argumentos de diversa
índole que presentaba. Bartolomeo Scappi fue un gran profesional de la
gastronomía y uno de los primeros que hizo uso de los productos que
paulatinamente, al azar o controversialmente llegaban desde las Américas, anticipando
a la fisiología del gusto de Pellegrino Artusi, llegó a introducir
técnico-practicas hoy muy utilizadas por chefs de renombre, técnicas como el enharinado
o el empanado y sobre todo el sellar las carnes antes de su elaboración.
Únicamente, como
enseña Galdós, se describe un paisaje para que lo sea y no para que lo
parezca, peregrinando de un hospedaje a otros, como en los cuadros de
Velázquez, y con las comidas siempre idénticas: mucha fécula, mucha verdura, vino
bautizado y recuelo de café, “un pedazo de pan del año del hambre”. Narrar
es un arte, escuchar es poesía.
No podemos
refutar que la vida imita al arte, si Werther antes de quitarse la vida
describe así, cómo los románticos reunían en sí un momento positivo y otro
negativo, las dulzuras de la vida del campo, el cultivar y el cocinarse sus
propias viandas: “Todas las mañanas, en cuanto amanece en Wahleim, bajo a
recoger guisantes en mi huerto y los mondo sentado, leyendo a Homero. Después
tomo una olla de la cocina, le echo un poco de manteca, pongo al fuego mis
guisantes, los cubro y me siento al lado para removerlos de cuando en cuando.
Entonces me imagino perfectamente que los nobles amantes de Penélope descendiesen
gozosos al villano menester de degollar y asar por sus manos los bueyes y los
cerdos mitológicos. Nada me causa una emoción tan serena y tierna como estos
menesteres de la vida patriarcal, que, a Dios gracias, me parecen dignos de
alternar con las más sublimes ocupaciones. Me considero feliz al saber gozar la
inocente y sencilla alegría de saborear la col que uno mismo ha cultivado.
Porque no sólo se goza de ella, sino del recuerdo de la hermosa mañana en que
fue plantada, de las noches de luna en que se la regó, y de los ratos pasados
alegremente viéndola crecer”.
Maurizio
Bagatin, 8 de junio 2021
Bibliografía
Bartolomeo
Scappi, Opera di Bartolomeo Scappi, mastro dell'arte del cucinare, divisa in
sei libri, Venezia, 1570
Anónimo, Ollantay, Editora Nacional,
Cochabamba, 1983
Valdely Ferreira Kinupp y Harri Lorenzi, Plantas
Alimenticias Nao Convencionales, Instituto plantarum de estudos da flora
Ltda, Nova Odessa-SP, 2014
Enrique Oblitas Poblete, Plantas
medicinales en Bolivia, Los amigos del libro, Cochabamba, 1992
Armin Bollinger, Así se alimentaban los Inkas,
Los amigos del libro, Cochabamba, 1993
Goethe, Werther,
Editorial Atlántida, Buenos Aires, 1941
2 Comentarios
Leído, releído, disfrutado y reflexionado. Enorme texto, Maurizio.
ResponderEliminarMuy agradecido Jorge.
ResponderEliminar