Sicilia, el ángel desatendido


Buscando una identidad, gatopardos en su escudo, invasiones de pies y lanzas, matemáticos y tiranos sembrando una cultura aun indescifrable…

Parafraseo a Orwell, así de fácil podría ser, todos los sur son iguales, algunos son más iguales que otros, Sicilia es sui generis, isla de las extremas bellezas, fuego y agua que se acarician, se cortejan y, en fin, se enamoran, amor de miles colores, lo de la tierra quemada y de los cítricos encantados por el volcán, el color transparente de su mar, el oxímoron de su tragedia, llegada de una Grecia tan lejana hoy, y de moros y cristianos que van engatusando su gente quemadas al sol. El teatro que nunca baja el telón, son las mascaras de las marionetas sicilianas, la enigmática Trisketra, los psicodélicos colores de sus carritos. Para mí, las salinas, el azufre, un arancino como desayuno en el puerto de Palermo, y una carusa, una picciotta y una fimmina de inconmensurable belleza, el Mediterráneo adentro, unas Lighea que encantan a sus paisanos. En la violencia de su tierra desnuda, Gaspare Pisciotta que traiciona a Salvatore Giuliano y la mafia, un embriagador Marsala, un Zibibbo después de un plato de spaghetti a la Bakunin preparados para que no cediéramos al fatal juego del Tocco, ‘U toccu, un juego de los simposios de mala muerte en las tabernas de Sciacca. Así volví a sumergirme en aquel Cristo si é fermato a Eboli, adonde la passatella es el juego que desnuda un mundo campesino árido y enclaustrado en magias y supersticiones. Es el sur adentro del sur.

Ángel desatendido a primera vista, fue en la ingenuidad y en la sabiduría, en la búsqueda de la sicilianidad tan perseguida por Sciascia y por todos, por los emigrantes a Ellis Island, en viaje con VIttorini hacia el Nord, en los vencidos de Verga y Capuana, en el hermetismo de Salvatore Quasimodo.

Ángel desatendido en las Kasbah de Mazara del vallo, en los suq de Marsala, de Trapani o de Palermo, en las estatuas de Ninfas y Diosas, más siempre en aquel Icaro caído en la Valle dei templi de la antigua Akragas.

Ángel desatendido a Roma, la capital, ayer por Saboya. Ángel desatendido, naufrago ya sin alas, Falcone y Borsellino íntegros y fuertes, como la sangre escarlata y un crepúsculo desde Punta Raisi, la necesaria belleza que siempre quiso sembrar Peppino Impastato.

Maurizio Bagatin, junio 2021
Imagen: Renato Guttuso, Crucifixión, 1941

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