Contarla para vivir... o cómo la pasamos en el Congreso de Asunción


Maurizio Bagatin

“Cada hombre es un poeta” -Charles Bukowski-

Todo lo que no está escrito se puede aún contarlo.

Todos los hechos narrados son reales o imaginarios, quienes se reconozcan con lo narrado es probable que hayan realmente existido, sin haberlo vivido verdaderamente.

Entropía social versus reminiscencia melancólica, esta dicotomía del ser se encontró, en el degradado clima de Asunción de aquellos días congresuales: a los orfebres de la palabra se les permitió deleitar el tiempo y el espacio con semillas humanísticas, para mañana poder cosechar el hombre futuro porque el hombre aún no está hecho, el hombre se está haciendo.

La composición química de todos nosotros es muy parecida: CHONP… C por Carbono, H por Hidrógeno, O por Oxígeno, N por Nitrógeno y P por Fósforo. Algo más y así es la vida. Hacia la convivialidad fue el camino recorrido, en un sobrio desfile de la mediterraneidad hecha de Séneca y Cicerón, de la Abya Yala de ayer y del mestizaje de hoy.

La palabra fue la semilla que explotó dentro la tierra, el fruto no lo vamos a cosechar…. que quede semilla del ayer adentro de nosotros.

Un juego de gigantes y enanos hizo digerir la falta de una siesta, que para los españoles es como la tortilla para los mexicanos, y ya se estaba escribiendo la Poesía cuando, describiendo el mercado en el suelo, como Cholakatu o Tianguis, la palabra se hizo reina, porque es la reina morganática por excelencia, verbo por Mito primordial.

A los tres problemas encontramos soluciones: a lo técnico, técnicas, a lo natural, naturaleza, a lo comportamental, inteligencia, simplemente porque con las complejidades tenemos que convivir siempre: un Panta rei más como herramienta ergonómica de nuestros caminos… No tenemos y no queremos criminalizar aquel supuesto neocolonialismo que muchos han visibilizado… es que la memoria es la única facultad que el hombre olvida, mañana en la batalla piensa en mí, dijo el poeta.

Cervantes y Shakespeare ya comparten algunas fechas imborrables. Infinitas son las eternidades de las leyes, al hombre ninguna le ha concedido la gracia de ser humano. Si seguimos pensándolas, idealizándolas, discutiéndolas y promulgándolas, seguiremos solemnizando nuestra aburrida eternidad. Contar es desvelar, desvelar es desnudarse y desnudarse es nacer. La noche no permitió a la luna su esplendor, las nubes alumbradas hasta el ciberpunk la hicieron de dueñas, una llovizna acompañaba la fecha del rejuvenecer bajo una luna de plata: el harem fue rockero inmaculado por el grunge…

Como en la utopía de Galeano, no existe el logro, no hay meta, no hay resultado: todo sueño es platónico, toda quimera es hecha de mujeres dibujadas, de esperanzas diseñadas, de mundos invisibles….nada tiene más realidad del sueño.

Homero se encegueció para quedarse en el sueño y Peter Pan sigue circunnavegando la isla del nunca jamás. En la Polis, para el hombre, la sal de la tierra era el acto político, el Taypi Yuyai fue la política de acto, de cuando el hombre hacía antes de pedir: dar y recibir ambos esclavizan.

Mucho antes de que los gigantes de la oratoria, desprovistos de síntesis prosaicas, nos infligieran las torturas del largo discurso, hubo filólogos del watsapear, novios más maromos que la leche de la repera y reoca de aun esperar. Con Goethe tendríamos una larga carta poética, con Flaubert una orgía literaria perpetua, porque hoy no tuvimos tiempo para escribir una carta corta. Tejer una trama, tejer una vida es obra de mucha paciencia, es obra de una perseverancia tal como la de Penélope: pequeñas cosas hacen grandes cosas, como el mosaico del Universo, hecho de un tiempo biológico, hilo con hilo, paso a paso, más espacio que tiempo, más amor que pasión, todo el tiempo del mundo.

Porque de todo lo que hay, no falta nada. En la metamorfosis de un paisaje o de un país quedan símbolos inalienables: los nombres que el hombre atribuye al Mito por él y para él: y así debajo de ruinas se erigen otras ruinas, las ruinas de los recuerdos imborrables. Solo a los Mitos está permitido olvidar: frente al palacio de gobierno, edificio neoclásico con cierta influencia palladiana, las chabolas de los refugiados ambientales o desplazados climáticos colindan con el Luna Park posmoderno en busca de un rock inmortal: las calles llevan nombres de batallas, de sargentos valientes y de capitanes de ultramar, los patapilas recuerdan del país de los pájaros-perros al General Mariano Melgarejo, un Calígula autóctono, populista y popular.

La novela más acabada y perfecta de García Márquez, según su eterno amigo Álvaro Mutis, es El coronel no tiene quien le escriba, sin embargo la que vivimos efímeramente la tarde del sábado parece salida de una película de Jodorowsky… tiene olor a humedad chaqueña, sabor de cocido y chipa y la perfección de un realismo mágico a nunca acabar: el comerciante chileno, explorador de los rincones más desconocidos de América Latina sigue viviendo en su choza, a cuidarlas maniquíes enmohecidos y calvos, esperando su retorno de una larga batida de caza o de una salida de pesca. Santiago, sigue el camino, a nombre del apóstol es santo ya en el interior de su nombre…

Mientras que Gustavo, antítesis de la desdicha de los sin tierra, de los desplazados y de los refugiados, agradece la coyuntura actual, la cual promovió inversiones extranjeras, crecimiento económico y el traslado de las torres gemelas hasta Asunción, un paisaje alucinante en una tarde abrumadora…desde un rincón del mundo que atenderá de lunes a lunes…un dolor que el paraguayo, sin tierra, sin industria, sin esperanza sigue diseñando en el cielo nublado, achicharrado por el calor de las interminables tardes infinitas. Parece que va llover, siempre parece…..un abominable comistrajo crepuscular.

El discurso conquista el pensamiento, pero la escritura lo domina: vivimos la época de la manipulación de la palabra mientras disponemos de 50000 variedades de vegetales comestibles, de estas consumimos alrededor de 2500 y son solamente 15 las que definen nuestra alimentación: la diversidad puede ser la soberana siempre y cuando hagamos un justo uso político del alimento. ¡Que la locuela sea como el plato de comida!

El jopará es el plato emblema del campesinado paraguayo que mezcla, siempre en partes desiguales, arroz, frijoles, fideos y maíz. Pero también es la lengua híbrida y mestiza que combina el guaraní paraguayo y el castellano.

En esta isla rodeada de tierra las horas laborales semanales son 48, hasta hace poco eran 52, el 3% de la población controla el 85% de la tierra y en todas las formas de poder se puede ver expresada esta abismal desigualdad.

Reivindicaciones por tierra y territorio, como las del pueblo Mapuche mantienen vivas las fuerzas de los pueblos, de todos los pueblos; en una t-shirt leo: La Tierra Mapuche no está en venta. Los colores invisibles de Benetton. A desalambrar es la palabra viva hacia la libertad de este pueblo luchador… con un hip-hop de hipnosis. Última noche: migrantes fueron todos los hombres, almas migrantes en el tiempo y en el espacio, desde el alba del mundo, aquella tabula rasa hecha de ingenuidad y coraje.

Hoy piden cobrar el corcho al consumo de un humilde licor de la hoja increíble… la pobre maître esperamos no haya perdido las 48 horas de trabajo semanal. Seguimos buscando la Yvi Marae’y portándonos mal, para pasarla bien.

Mba’ evé nda chepurai, avaré nda cheyokoi (Nada me apura, nada me ataja)

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Publicado originalmente en conexionnortesur.com (15/9/2021)
Imagen: Asunción, Paraguay. Mirtha Aguilera

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