Miguel Sánchez-Ostiz
Cada vez que paso por este lugar me acuerdo de un texto de Serafín Senosiain perteneciente a un libro de ensayos fragmentarios, pero de una coherencia rigurosa como fue El cuerpo tenebroso (1981). Recuerdo que leí ese libro asombrado. Era el libro de un escritor joven (nacido en Pamplona en 1956), ambicioso, mucho, poco dado a los juguetes literarios y a los raros y raritos, que se manejaba con una soltura envidiable entre antropólogos, psicoanalistas, ensayistas de temas de verdad diversos: la mitología, el erotismo, la brujería, la literatura... Una ambición intelectual la suya envidiable. A ese libro le siguió La sangre (1983), El espejo invisible (1984) y había sido precedido por los poemas de El Sur (1980)... No recuerdo la fecha en que apareció una colección de fragmentos en Los cuadernos del norte... Después silencio, convertido en un editor sin concesiones, Laetoli... Senosiain era muy superior a lo que se escribía en aquellos jolgoriosos ochenta, me costó no darme cuenta, sino admitirlo, qué miopía la mía.
He aquí el texto del que hablo:
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Publicado originalmente en el blog del autor, Vivir de buena gana (4/10/2021)
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