Dos poemas de Luis Alfaro Vega - Costa Rica



Ávidos de beso, besando


Beso que se torna aguacero,

luz que de su luz flamea,

bocas ávidas de beso, besando,

agua que saciar la sed no puede, y sacia,

torrente de alta peña caído

que en serena pose

en mutua esencia con el valle, se hace espejo.

Anuencia al beso en justo tiempo, bajel que boga,

olas levantadas, fluyentes corrientes en su asunto.

Beso como un eco atendido,

juntura olorosa a hierbabuena en el verano,

cuerpos sueltos, ardidos nogales girando,

sudando entre sobresaltos de placer,

aspirando la presencia desnuda de las lenguas,

delicia de la carne y su veneno.

¡Beso: ardor que justifica el instante de la historia!

Vigilia del roce, irradiación de lumínicos topacios,

vibración de acentos en lo hondo cálido rielando.

¡Ávidos de beso, besando!




Lujuriosas agitaciones



Equilibristas en la llaga de lo táctil,

tornamos a las huellas, procurando el ensalmo del gozo.

Aleteos en concordancia hacia la luz,

intrínsecos amparos de deleite.

Palpitando la atmósfera radiante, en agite de resurrección,

libamos las mieles del cuerpo.



Rostros al lado como ventanas al paisaje,

en el propio escenario la materia canta,

vegetación ataviada de encrucijadas, sensuales tentáculos,

placentera humedad que sube a los sentidos.



Encuentro de los cuerpos formulando conceptos,

filosofías revelando el contenido:

¡sólo el amor es pensamiento!



¡Amándonos festejamos la existencia, encendido lirio!

En la íntima caverna yacen las cítaras, las flautas, las liras.

En el doméstico acantilado acontece el oasis, insomnio apetecible,

fastuoso atisbo erótico, florido sendero, hondo y subido,

penetrando la esencia de la vida.

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