Bengala, Hiroshima, Holomodor. Los ausentes en Nuremberg están ahí.
Una bandera en un techo en Berlín, unos discursos en las Cámara de los Lores, el Plan Marshall, Stalin, Churchill y Roosevelt escriben la Historia y borrón y cuenta nueva (cierto faltan Truman, Franco y Hirohito, Pio XII, tanto por hacer unos nombres…).
El neorrealismo italiano describió aun mejor el momento histórico, el estado de ánimo del mundo, aunque Europa era el centro del mundo y Estados Unidos iniciaba a exportar democracia adonde sea. Las libertades y las conciencias fueron moldeándose, Hannah Arendt perdió sus amistades y rehabilitó a Heidegger; era el blanco y negro del cine en transparentar el futuro inminente, el mundo post humano ya estaba en camino, unos cuantos escritores distopicos revelaron la muerte del humanismo.
Seguimos diciendo que la Historia viene escrita por los ganadores, el sofista Trasímaco ya lo dijo, con otros ejemplos, cuatrocientos años antes de Cristo. Y después de Cristo tampoco cambió la Historia. Los actores de la farsa perpetua varían, los cargos y los delitos parece que nunca.
Mañana otras fotos del delito del poder, del horror.
En pos de la paz es el cuadro de Gonzalo, imagen trasladada rápidamente a la acuarela de una joven mujer al suelo, acribillada por el fuego de una ametralladora, es en Mariúpol en estos días: “He aprendido que una vida no vale nada, pero también que nada vale una vida”, escribió André Malraux.
Retuerce las viseras el cinismo de las palabras del hoy, las murallas del confort, la vulgaridad del poder. Después del existencialismo y el nihilismo, la nada.
Maurizio Bagatin, 6 de mayo 2022
Imágenes: La foto de Yalta y “En pos de la Paz”, obra de Gonzalo Mamani Mamani
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