Santiago el ovejero



Allá, bajo el sol quemante, va Santiago el ovejero. Allá, subiendo la cuesta, va el pastor de Kellumani. Va guiando su rebaño y masticando su dicha de no saber cuántas son las lanudas…


Dice desde sus honduras, Santiago del valle alto, dice el señor Santiago, sentencioso el ganadero:


Si el Tata me dio pa cuidarlas

¿pa qué las quiero contar?



Soy feliz si no se pierden

Y volvemos al corral



Allá abajo es donde está

Acá vienen a pastar



Vean, están comiendo

¿para qué quisiera más?



Sientan, qué lindo día

¿para qué quisiera más?



Miren qué hermoso el cerro

¿para qué quisiera más?



A una quebrada de distancia, entre tanta montaña, lo volvemos a encontrar. Algo nos grita para que no nos extraviemos de la senda que cruza la serranía hasta Chicani. Vayan por…apenas se alcanza a escuchar. Su mano se agita para saludarnos.



El dulce sabor que nos queda en la boca nos asegura que fue un encuentro con un hombre notable. Un hombre que no se afana por la propiedad privada, que se está con su sombrero y sus ovejas, y no le importa saber cuántas son. Un hombre, en los Andes, una mañana cualquiera, que se colmó de esperanza, gracias a él.



Pablo Cingolani

Antaqawa, 28 de mayo de 2022

Pintura: Laura Wijsman

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