Genealogía


Leo una poesía de Raúl Zurita, el lenguaje conoce toda la historia de lo humano. Un pensamiento de Heidegger que contempla la poesía, en la casa del ser nos encontraremos todos.

Voy buscando genealogías en el significado de las palabras, de aquellas que podrían llevarme a una genealogía del fuego, a través de la poesía, tal vez, un tiro en blanco en medio de la noche como dijo Álvaro Mutis, un poeta.

No tuve la suerte de conocer a todos mis abuelos, nos perdimos muchas cosas los que no logramos hacerlo. Del Giacomo “Saetta” (rayo, relámpago) mantengo vivos los testimonios de mi padre, de mis tíos, del círculo de parientes que, en la alegría de las fiestas o en la tristeza de los entierros, contaban anécdotas que hoy parecen cuentos de un realismo mágico que también Italia hubo. Cuentan que era albañil y que le gustaba el trago, las mujeres y embarazar a mi abuela, y que sepamos diecisiete veces lo logró con ella. Después de su trabajo iba a La frasca, el boliche que en aquellos años era regentado por mi otra abuela Angela, la mamá de mi mamá. Ahí se tomaba sus buenos vinos ásperos y bien alegre y pedaleando se dirigía hacia la casa del Bósc, la abuela Giovanna, mujer hecha de no se cual material indestructible, lo esperaba sabiendo lo que le esperaba. Una o dos preguntas hacían de preámbulo: “¿Porque lloran los niños?” era la primera, a la cual mi abuela contestaba: “¡Por que tienen hambre!”, entonces mi abuelo seguía: “¡Dale de comer!”, a lo cual mi abuela le sentenciaba: “¡No hay nada que darle!”, Giacomo ya pensando a desahogar su cansancio y la fiebre alegre del vino, rendido le decía: “¡Que vayan a dormir entonces!”.

“La sangre no es agua”, decía siempre mi mamá, hablando de las acciones de los hombres; la genética puede ser más fuerte de la experiencia y de la suerte, hay una vena que transporta sangre y linfa esencial. Sin molestar a Kant.

Maurizio Bagatin, 21 de junio 2022
Imagen: Antonio Fontanini, Paisaje friulano

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