La habitación propia de Berthe Morisot


A pesar de Platón, la deconstrucción de unos textos filosóficos, hecha por Adriana Cavarero, me conduce a esta película. Berthe Morisot, la femme fatale del Impresionismo francés.

Virginia Woolf fue en la literatura lo que Hannah Arendt fue en la filosofía. El tentativo de Adriana Cavarero es crear y creer en una nueva forma de pensar; así en su deconstrucción, la Cavarero libera de la hegemonía patriarcal a cuatro figuras femeninas griegas. Diotima, la mujer del Simposio, que enseña a Sócrates que es el amor. Deméter, la madre que da y que alimenta, la del poder absoluto, de engendrar y no engendrar, semilla y cuerpo. La Criada de Tracia, que se ríe de la caída de Tales, el que contempla las cosa que siempre han sido, la eternidad. Y Penélope, la que más conocemos, y tal propio por eso, no conocemos para nada; la que teje lo destejido (como Aureliano Buendía en con sus pececitos de oro…pero esto es otro discurso…) en aquel “cuarto del tiempo impenetrable”, esperando el retorno de Ulises (en lugar de darse a uno de sus pretendientes) y así creando ya la habitación de Virginia Woolf.

Berthe Morisot es la pintora impresionista en la eterna búsqueda de aquella habitación. Teje con su pincel su libertad, es Emilie Dickinson en su cuarto, tal vez, Flannery O’Connor en su estudio, ambas escribiendo y liberándose.

Habrá rebeldía también. Colette y George Sand. Las libertarias Louis Michel y Emma Goldman, así Rosa Luxemburgo y María Montessori.

Antes del feminismo, una mujer entró en el Salón de Paris, en una habitación destinada a los hombres; y en el lugar vetado para las mujeres, Berthe Morisot engatusa con su arte, desmorona el castillo de carta de la créme parisina.

Berthe Morisot fue antes de Simone de Beauvoir y, con talento, precursora de la mujer contemporánea. Berthe en la habitación propia.

Maurizio Bagatin, 14 de agosto 2022

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