Lavanda en Grasse y Palma de oro en Cannes


Las ondulaciones del Midi francés tiene las mismas formas del cuerpo de Brigitte Bardot; las extensiones de los campos de lavanda de Grasse son el perfume de Fanny Ardant…

Mayo es el mes del poeta, de las flores perfumadas y del Festival de Cannes. Desde las ventanas del pueblo de Mouans-Sartoux sale el perfume de cocinas exóticas, azafrán, ají, cúrcuma, en un departamento del primer piso un africano está preparando un cous cous de mil colores. Con uvas pasas y nueces. Su saudade y la mía, voy por una botella de Beaujolais.

Perfumes de Colette para olvidar Versailles. La noche en Cannes es de alfombra roja, ahí son amados los cineastas que en Italia nadie comprende. Gana premios el cine oriental. Marguerite Duras no rentaría nunca su buhardilla a un joven Vila-Matas, si en las tardes de los domingos, cuando forjan sus caracteres, los artistas que no alcanzaron la fama, se dan de hambre frente a una puerta de una humilde maison. De ahí no saldrán Giacometti o Modigliani. Una noche en pleno Boulevard du Midi un Fiat Uno, cc.1000, motor Fire, se choca con un Peugeot 205 GTi, 130 CV, del semáforo fue la culpa. Una chica salió blasfemando del auto y empezó a gritarle al conductor. Del otro auto el conductor salió blasfemándole a la chica… peut-être, très jolie, Ça va pas…Este año la Palma de oro fue para Sexo, mentiras y video: era una escena de la película, cosas extrañas de Soderbergh.

El cantautor occitano acaricia la guitarra, nadie se percata del texto de la canción. Me concentro. Es francés medieval, sospecho y me lo digo a mí mismo. El oc y el oil que intentan, con amor cortes, seducir damas encerradas al primer piso de un castillo; a veces es Cyrano detrás de una columna, otra vez Lancelot en ausencia de Arturo. Roxana o el Santo Grial. Sigo sin entender en cual idioma está cantando el chansonnier. El camino de este pueblo fue incansable, como gitanos sin patria, sin tierra, por el poder cristiano en fuga hasta la Calabria, al extremo sur de Italia. Melancólicos trovadores occitanos siguen andando en veranos, entre la Languedoc y la Provenza, ahí mirando el castillo de Avignon, de ahí un Papa siguió persiguiéndolos.

Francia ha sido desde siempre la mejor representación de los Estados Unidos. Dejaron buenas huellas en Luisiana y en Nueva Orleans, luego, los buenos de ahí se irán a morir en Paris, Henry Miller lo vio todo de cerca, Oscar Wilde lo había anunciado.

Vuelvo a Mouans-Sartoux, el kif acompaña las noches de un tuareg perdido entre interminables cultivos de lavanda y su mirada al cielo, sigo imaginando el aroma exótico de su cous cous, fumo con él mientras destapo otra botella de Beaujolais. Mañana iremos a entregar el trabajo, es el último día antes de Sète, Genova, el Mediterráneo, intentando distinguir el occitano de la otra Babel que me rodea.

Maurizio Bagatin, 17 de agosto 2022
Imagen: Van Gogh

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