Este año no llovió nunca


La línea de tiempo está seca. Las grietas no dejan entrar a nada y a nadie. Una guerra que este año se estrenó en un mar de mentiras no deja soñar lo que la gente desea soñar. Ya sueñan solamente lo que ve en la televisión.

Los sabores no parecen los mismos, como la llajwa hecha en la licuadora, ¿qué poderosa capsaicina puede extraer el simple vértigo de un hélice sin la mirada de una mujer, sin su estado de ánimo, sin su personalidad? Ninguna. Ni que decir de los saberes, un ingeniero agrónomo indica la urea como solución para la infertilidad del suelo y el maestro de literatura invita a la lectura de un sermón para un próspero año nuevo. Sintética será la carcajada que nos sepultará.

Somos solamente un ciclo, el eterno retorno, sonrisas y errores. Tentativos: “Es la época la que pone las imágenes, yo tan solo me limito a ponerle las palabras” escribió Stefan Zweig.

Las páginas del año pasado eran las mismas, la misma tragedia y la misma comedia de hoy.

En lugar del Adventus hoy está el cansancio, la esquizofrenia del consumo a toda costa, la ciencia y sus límites, sus excesos. Nuestros cuerpos que van cambiando, una poesía de Baudelaire para enfrentar a la muerte: “-Quiero a las nubes..., a las nubes que pasan... por allá.... ¡a las nubes maravillosas!”

Son nubes que desean la lluvia…

Maurizio Bagatin, 24 diciembre 2022
Imagen: Buster Keaton

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