El recetario de la décima musa mexicana


Márcia Batista Ramos

Sería hermoso poder remontar el tiempo para saber cómo realmente vivió la poeta, dramaturga, escritora e intelectual Sor Juana Inés, que se recluyó a la vida monástica desde los 19 años, se dedicó al estudio y a la escritura (también, escribía por encargo para muchas personas), además cumplía labores como contadora y archivista; porque como refiere Guillermo Schmidhuber de la Mora: “Leer a sor Juana no es garantía de comprensión porque su obra no siempre conduce a los curiosos a su persona; como tampoco, al entender el tiempo en que vivió creamos que estamos en sendero seguro que nos acerca a su interioridad (…)”[i].

Fue una mujer inteligente y eso es indiscutible por su legado literario; no fue dedicada a la cocina, eso intuyo por la falta de detalles en el preparado de los platillos del recetario que dejó, con recetas escuetas, propias de quien no tiene tiempo ni está acostumbrada a las lides de cocina. Además, es sabido que Sor Juana Inés, tenía sirvientes porque entre diferentes documentos, de índole jurídico, que fueron rescatados. Reviste una importancia particular para la reconstrucción de su biografía el siguiente: “Sor Juana Inés de la Cruz vende a su hermana, doña Josefa María de Asbaje, una esclava. 6 de junio de 1684. (en Enrique A. Cervantes 1949)”.

¿Cuántas esclavas quedaron es su posesión, para los quehaceres domésticos mientras ella escribe sobre el amor, los valores, la mujer, el mundo clásico, la virtud, entre otros?

“Torta de arroz

En una servilleta se pone a cocer el arroz, así que está cocido se Ie echa azafrán como para comer. Ya estará hecho el picadillo con pasas, alcaparras, almendras, piñones, huevo cocido, aceitunas, chilitos. Se unta la cazuela con manteca y se echa la mitad del arroz abajo y Iuego el picadillo y después la otra mitad del arroz y encima azúcar molida y se pone a dos fuegos.” [ii]

“Pollas portuguesas

Toma jitomate, perejil, yerbabuena y ajos, pícalos y con bastante vinagre, aceite y todo género de especias, menos azafrán, y las pollas con sus pedacitos de jamón ponlo a cocer bien cubierto y así que estén cocidas, echa tornachiles, aceitunas, alcaparras y alcaparrones.”[iii]

Su importancia en el mundo de la literatura no se debe al recetario culinario que escribió en los tiempos de la colonia. Se debe a la extensa obra que abarca una diversidad de géneros literarios, entre los cuales destacan el drama, el auto sacramental y la lírica. Siendo que el contenido de su obra lírica, es totalmente diverso ya que la décima musa mexicana, escribió sonetos, redondillas, loas, décimas, romances, comedias teatrales, textos argumentativos y otras formas literarias, siempre haciendo gala de su dominio del discurso y sus profundos conocimientos, motivo por el cual fue y es digna de reconocimiento.

Nació en San Miguel Nepantla, Tepetlixpa en el año 1648 y recibió el nombre de pila de Juana de Asbaje Ramírez de Santillana. Empero, se quedó más conocida por su nombre religioso, Sor Juana Inés de la Cruz, que falleció en 1695.

Como escritora, Sor Juana Inés de la Cruz, es considerada una de las máximas exponentes del siglo de oro español. Por ser autora de una literatura barroca de altísimo valor, que le otorgó prestigio y reconocimiento tanto en la alta sociedad novohispana como española.

Nació en el seno de una familia económicamente privilegiada, aprendió a leer a los 3 años y a partir de los 8 años de edad tomó clases de latín, lo que le permitió leer a los grandes clásicos y empaparse en la cultura de la época, ya que era una lectora y estudiante apasionada. Fue hija natural de Pedro Manuel de Asbaje y de Isabel Ramírez de Santillana fue “bautizada como “hija de la Iglesia” el 2 de diciembre de 1648. “Hija de la Iglesia” era la oposición que seguía al nombre cuando una persona era hija natural. Su madre (posiblemente Juana no tuvo mucho trato con padre) envió a Juana a la edad de ocho años a México con sus tíos María Ramírez y su acaudalado esposo Juan de Mata. Durante esos años, hasta que Dña. Leonor Carreto, marquesa de Mancera, la llamara a la corte a los 16 años, para hacerla su dama, se dedicaría a la que sería su gran pasión: los libros.

El Padre jesuita Diego Calleja, biógrafo de la religiosa, confirma su vasta fama de joven erudita en la descripción que de su saber en una escena desarrollada en la corte. El virrey había convocado a la flor y nata de la corte, de la teología y de la cultura para escuchar a la joven prodigio. Ella se desempeñó con tanta desenvoltura, elegancia, acierto y erudición en las diversas cuestiones que los asistentes le propusieron, que éstos no sabían responder si era “ciencia infusa, adquirida, de artificio o no natural”, como ella misma manifiesta en la comedia Los empeños de una casa:



Conmuté el tiempo, industriosa,

A lo intenso del trabajo,

De modo que, en breve tiempo,

Era el admirable blanco

De todas las atenciones;

De tal modo que llegaron

A venerar como infuso

Lo que fue adquirido lauro.”[iv]



Sor Juana Inés de la Cruz, fue llamada la “Décima Musa” por sus contemporáneos en reconocimiento a sus méritos. Lezama Lima registró: “Es la primera vez que en el idioma una figura americana ocupa un lugar de primacía”.

Entre las innúmeras obras que dejó Sor Juana Inés de la Cruz, son consideradas fundamentales:

“Loa de la Concepción

Compuesta entre 1670 y 1675 por encargo de la familia Guerrero, en Ciudad de México. En ella encarna a los personajes de la Devoción (la fe) y la Escuela (la razón) que se debaten para protagonizar o regir el dogma de la Inmaculada Concepción.

Neptuno alegórico

Escrito en 1680, es un texto alusivo a la llegada del nuevo virrey, Tomás de la Cerda y Aragón, marqués de la Laguna, y su esposa, a partir del cual se ganó el favor de los virreyes. Se caracteriza por ser rica en referencias a la mitología grecorromana y al Antiguo Egipto.

Carta de Monterrey

Escrita en 1681 y dirigida a su confesor Antonio Núñez de Miranda, es una respuesta a la represión intelectual que sufre a través de las autoridades y actores de la sociedad novohispana por su condición de mujer.

Los empeños de una casa

Estrenada en 1683 con ocasión del nacimiento del primogénito del virrey conde de Paredes. Se trata de una comedia de enredos en torno a los amores de los personajes Leonor y Carlos, quienes deben enfrentar las complicaciones que surgen de la oposición de los hermanos don Pedro y doña Ana.

Divino Narciso

Publicado en 1689, es un auto sacramental. El Divino Narciso es la personificación de Jesucristo quien, enviado por Dios, va en busca de sus ovejas descarriadas.

Amor es más laberinto

Comedia teatral estrenada en 1689. Está basada en el mito de Teseo, héroe cretense que Sor Juana erige como modelo del héroe americano.

Carta atenagórica

Publicada en 1690. Esta carta, titulada originalmente Crisis de un sermón, es una refutación filosófica-teológica del Sermón del mandato del jesuita Antonio Vieira sobre las finezas de Cristo.

Respuesta a Sor Filotea de la Cruz

Terminada en 1691. Respuesta a Sor Filotea de la Cruz es la carta que Sor Juana escribe al obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz, oculto en el seudónimo de sor Filotea de la Cruz. Sor Juana se defiende de las recriminaciones que recibe por ocupar su talento en temas profanos en lugar de consagrarse a los temas divinos propios de una religiosa.

El mártir del sacramento

Publicado en 1692, es un auto sacramental sobre el martirio de San Hermenegildo, quien habría sido asesinado por negarse a adorar una hostia arriana.

El cetro de José

Publicado en 1692, es un auto sacramental en el que representa la América prehispánica y el nuevo orden cultural encarnado en los primeros frailes misioneros en el continente americano.

Primero sueño

Escrito en 1692, es el poema más importante y emblemático de Sor Juana. Además, fue la única obra que no respondió a un encargo, como era la costumbre en aquella época. En él reflexiona sobre la naturaleza humana y el ansia del conocimiento.”[v]

“Primero Sueño

Piramidal, funesta de la tierra

nacida sombra, al cielo encaminaba

de vanos obeliscos punta altiva,

escalar pretendiendo las estrellas;

si bien sus luces bellas

esemptas siempre, siempre rutilantes,

la tenebrosa guerra

que con negros vapores le intimaba

la vaporosa sombra fugitiva

burlaban tan distantes,

que su atezado ceño

al superior convexo aún no llegaba

del orbe de la diosa

que tres veces hermosa

con tres hermosos rostros ser ostenta;

quedando sólo dueño

del aire que empañaba

con el aliento denso que exhalaba. (…)”[vi]

Empero, como los aferes de cocina, se decían que eran una habilidad femenina o tal vez, movida sabrá Dios por qué impulsos, Sor Juana Inés de la Cruz, recopiló 36 recetas del claustro de San Gerónimo, donde vivió sus últimos 26 años. La publicación en 1979, de un manuscrito del siglo XVIII, que era una copia del manuscrito que había dejado Sor Juana Inés, pone en escena una faceta poco conocida de la escritora e intelectual barroca, su simpatía por la cocina y el estilo culinario que brindó con recetas registradas en un manuscrito, que tiene un soneto como prólogo de las recetas aderezadas con hierbas y especias.



[i] SCHMIDHUBER de la Mora, Guillermo: “En búsqueda de textos perdidos de Sor Juana”. https://www.cervantesvirtual.com/


[ii] Sor Juana Inés de la Cruz: “Libro de Cocina”; https://menuacapulco.files.wordpress.com/2021/03


[iii] Ídem




[v] IMAGINARIO, Andrea: “Sor Juana Inés de la Cruz”. https://www.culturagenial.com/


[vi] Fragmento del poema Primero Sueño de Sor Juana Inés de la Cruz en: Poema de Sor Juana Inés de la Cruz




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