El agua no se resiste. El agua fluye como los sueños que vienen del mar. Ayer hicimos una conexión de agua dulce hasta la puerta de una iglesia, una iglesia campestre donde el calor del adobe acompaña las tardes transcurridas en las aldeas. Los comunarios se alegran, festejarán este fin de semana su santo patrón y el agua que durante treinta años han esperado. Una generación se fue, sin agua no hay vida y a esa la buscaron en otras partes.
Cuan bello el recuerdo de estas frases de Margaret Atwood: “Cuando sumerges una mano en el agua solo sientes una caricia. El agua no es una pared, no puede detenerte. Va a dónde quiere ir y nada se puede oponer a ella. El agua es paciente. El agua que gotea consume una piedra. Recuerda, mi niña. Recuerda que la mitad de ti es agua. Si no puedes superar un obstáculo, da la vuelta. Como hace el agua”.
Vagabundo(s), flâneur(s), michikusa(s)…por estos caminos deben haber andado aventureros descabellados, los que en tierra natal llamaron pioneros, historias de mil siglos y una noche. Sin ningún camino, chasquis que iban las noches guiados por millones de estrellas y durante el dia descansaban bajo inmensos arboles de k’iswara, llevando sal y vidrio, frutos de la tierra y contrabando…seres que dejaron en sus peripecias huellas para futuras huellas.
Los comunarios excavan en la piedra el surco para el líquido vital, y mientras, excavan en su memoria étimos que ya no les pertenecen; en esta estación del año el astro supremo es implacable, solo algunas oasis que cabras, ovejas y burros saben detectar, nos conducen al agua. Cuando levantas la mirada ninfas parecen danzar en el cielo, como Néfeles, prontas al milagro de la lluvia. Aristófanes perplejo. Empiezan el baile con formas abstracta pero no lo son, los niños reconocen el monoceronte, saben los nombres de los dinosaurios que millones de años atrás pisaron estos parajes. Las mujeres observan más detenidas, ven China Supay, amaru, las wallpas, mirándose entre ellas indican si la lluvia llegará en abundancia este año.
Cuando detrás del horizonte se oculta el sol el paisaje se transforma, el negro es más negro, la luz es más luz, la tierra es más tierra. Todo es más fuerte y concentrado. También el silencio se hace sideral. Empiezan las narraciones bajo el árbol de algarrobo, todo se vuelve oral, creando así un realismo mítico de rara intensidad. Fabulas primordiales que se oyeron ya desde el vientre materno, vivas como el líquido amniótico desde donde se crearon.
Llegó el agua en Wagini. El nombre de los lugares no es nada cierto, el nombre de las cosas tampoco. Una lluvia puede transformar el paisaje, el agua puede cambiar una comunidad.
Maurizio Bagatin, 07 de septiembre 2023
Fotos: Llegó el agua en Wagini
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