La fabulas son simples, teatrales. La música la compone el viento del altiplano, como el paisaje modela al hombre. No es monotonía, es la paja brava que suena, el cactus que acompaña el sincretismo y la ritualidad, las últimas formas de tribalismos que nos quedan. El mejor músico boliviano es el viento. Recuerdos de Roberto Prudencio y de Adolfo Costa du Rels, oyentes visionarios frente a los Andes y a los indios.
El sueño en los Andes está siempre permeado de realismo mítico, de la magia escondida en lo profundo de una siempre presente exageración: el clima, el territorio y su historia. Uno se puede alejar pero nunca escapar, llevando siempre adentro la música del viento: “Chirría, gime, murmura, sin que nadie adivine si es de ira, de espanto o de nostalgia”.
En las piedras y en el silencio está esculpido el Mito; la fuerza de un paisaje que atrae y escupe, lo telúrico y lo espiritual que amaga y somete. En este espacio-tiempo “no todo lo resuelve Dios”.
Maurizio Bagatin, 30 de agosto 2023
Maurizio Bagatin, 30 de agosto 2023
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