La literatura del crimen, desde los sótanos a las cumbres del poder


Homero Carvalho Oliva / INMEDIACIONES

«En la literatura, el crimen es tan antiguo como el amor». – Pierre Lemaitre

La Facultad de Letras de la Pontificia Universidad Católica de Santiago de Chile, invitó a los escritores Ricardo Sumalavia y Charlie Becerra, del Perú y a mí, por Bolivia, a un diálogo académico literario denominado «El relato narco Andino”; narrativas del narcotráfico en la triple frontera de Chile, Perú y Bolivia», con la supervisión del docente investigador Danilo Santos. Los encuentros se realizaron entre el 11 y 16 de diciembre en distintos lugares de la capital chilena.


Llegué a Santiago el día 10 de diciembre, por la tarde fui visitar La Furia del Libro (se llama Furia) que se realizaba en el Centro Gabriela Mistral, más de 160 editoriales independientes; me detuve horas admirando la gran industria editorial de Chile, excelentes ediciones, portadas artísticas y exquisitos diagramados. Allá me encontré con las escritoras chilenas Pía Barros, Lorena Díaz y el poeta y editor René Silva, en su stand se exponía mi poemario Memoria incendiada, publicado por la Editorial Andesgraund en Santiago. Allí también me encontré con Ricardo Sumalavia, a quien no veía desde el año 1994, en ocasión de un taller literario dirigido por los maestros Sergio Pitol, de México, y Ednodio Quintero, de Venezuela, en el que participamos junto a otros escritores de Latinoamérica. Luego llegaron Charlie Becerra, un joven y talentoso escritor peruano, Danilo Santos y Paula Libuy, nuestros anfitriones.

El lunes 11, luego de un breve paseo para conocer iglesias y museos de Providencia, fuimos a visitar a las autoridades de la Facultad de Letras, al Decano Patricio Lizama y la vicedecana Macarena Areco Morales. A las seis de la tarde nos dimos cita en el Café Literario del Parque Bustamante, icónico lugar/biblioteca que reabrió sus puertas después de que en febrero de 2020 fuera incendiado por desconocidos en el estallido social. Instalada la mesa literaria, Paula Libuy inició la batería de preguntas sobre literatura policial y/o novela negra que se escribe en Perú y Bolivia. Ricardo y Charlie comentaron acerca del desarrollo de estos géneros en su país y de la manera cómo los abordan desde sus obras; Ricardo habló de su novela Mientras huya el cuerpo y Charlie lo hizo sobre sus novelas Masacre y Gringasho. En mi caso expuse el transitorio desarrollo de la novela policial y negra de Bolivia con excepciones como las novelas y cuentos de Gonzalo Lema, protagonizados por el detective Santiago Blanco, creado por Lema y algunas obras que ejemplifican la novela negra como Periférica Bulevar de Adolfo Cárdenas, Mundo negro de Wilmer Urrelo y otras; hice mención a una extraño antecedente, mencionado por Adolfo Cáceres Romero, en su Historia de la literatura de Bolivia, en referencia a la novela El misterio de portales, escrita en la década del 50, por los miembros de la Sociedad Simenoniana Amateur de Investigaciones Criminales en Cochabamba, sus miembros, fanáticos de George Simenon, recrearon las investigaciones del comisario Maigret en la capital valluna. Luego hablé de novelas mías que se enmarcan en lo que se denomina la literatura del crimen, como La maquinaria de los secretos, La Conspiración de los viejos, Santo Vituperio y El nombre elegido, que ganó el Premio de Novela Jesús Lara 2023, literatura del narcotráfico, en la que la violencia es la verdadera protagonista de la historia.

El martes 12 la cita fue en la Embajada del Perú, excelentes anfitriones, allí el diálogo fue dirigido por Silvana D’Ottone y giró en torno a las diferencias de la novela negra y la policial o detectivesca, en la primera, la atmósfera y los ambientes pueden ser oscuros misteriosos y el detective no es el eje principal de la narración, como en la segunda. En ambos subgéneros hay que aplicar el consejo de Bert Amandale: “La gente teme la noche, pero en realidad debería temer el día, cuando nadie está alerta» y como lo señaló Becerra citando al escritor Arnaldur Indridason: “una novela policial puede explicar un país” y ése es el mayor misterio que revelamos quienes escribimos estos géneros. Luego comentamos las experiencias de cada uno de nosotros respecto a la investigación de los personajes, temas y estilos literarios y pasamos a responder acerca de nuestros inicios literarios y de qué manera enfrentamos la crítica o los insultos en las redes sociales. Cabe destacar que los dos días el público participó, unas veces con preguntas o comentando de temas específicos, referente a estos géneros. Entre los asistentes había escritores chilenos y fue una buena ocasión para intercambiar libros.

El jueves 14, el cierre del encuentro se realizó en la Facultad de Letras, fue un encuentro intenso con los organizadores, Danilo Santos, Paula Libuy y Silvana D’Ottone, se respiraba un aire académico que nos advertía que teníamos que cuidar las palabras, como un asesino cuida de ocultar las huellas que puedan incriminarlo.

Mientras el evento se filmaba para registro, fuimos respondiendo las preguntas preparadas con anticipación, que tenían que ver con la investigación misma: la cultura de la violencia y el relato narco Andino en cada uno de los países nombrados. Los temas giraron en torno a la diferencia con México y Colombia, pese a que somos parte de un mismo fenómeno transnacional, sin embargo, en esos países ha tenido un “BOOM” cultural, literario, musical, cinematográfico y televisivo; la construcción de los personajes y el uso de características evidentemente locales como el lenguaje, que llega a ser un metalenguaje peculiar, de una subcultura que establece sus propios códigos lingüísticos, normas o anomias que rompen todos los signos y reglas que identifican a otras comunidades delincuenciales.

Cada uno de los escritores fuimos revelando los secretos de nuestra narco narrativa, siguiendo el modelo de cierta épica de la violencia propuesta por Herman Herlinghaus, que incluso podríamos ser considerados cronistas de un tiempo en el que la violencia se normalizo, especialmente en la región amazónica de Perú y Bolivia, como lo evidenciamos con Charlie Becerra; en el caso de Ricardo, escritor y doctor en literatura, sus preocupaciones se dirigieron hacia la construcción del espacio narrativo, en un mundo en el que lo verosímil puede ser cuestionado; la literatura como representación de símbolos y la sobriedad narratoria: realidad e imaginarios de la ficción o no ficción narco criminal.

Ricardo, Charlie, Danilo, Paula, Silvana y mi persona, tanto en los diálogos oficiales como en las charlas durante las comidas descubrimos similitudes y puntos de encuentro o fuga en las literaturas de nuestros países y las propias de cada uno de nosotros. Con Charlie, particularmente, nos sorprendimos de que algunos de los personajes de mi novela El nombre elegido también lo fueran de la suya aún inédita, basada en la biografía de un narco peruano de la década de los ochenta.

En resumen, podemos afirmar que, en nuestros países, la novela criminal en su sentido más amplio ha escapado del sótano y las selvas para tomar por asalto temas y personajes de todos los ámbitos literarios, sociales, económicos y políticos.

El viernes 15 presenté el libro La protección de la raza de Guido Flores Santander, evento realizado en la Sociedad de Escritores de Chile, en el ámbito de la Segunda Feria del Libro por la Memoria, acerca de un plan de eugenesia o darwinismo social en contra de sectores sociales marginados

En mis proyectos literarios cerré trato con Editorial Cormorán para que, el próximo año, publiquen una selección de mis mejores cuentos y con Charlie Becerra recuperé el proyecto de publicar la Antología Latinoamericana de Cuentos del Narcotráfico que había abandonado hace algunos años por falta de apoyo editorial. Por si fuera poco fui invitado a escribir el guion de una película cuyos detalles les daré en otra oportunidad.

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Publicado originalmente en Inmediaciones / Comunicación y Periodismo, 16/12/2023

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