Por allí andarás altiplano adentro, siguiendo siempre la huella de tu corazón, perdido entre eriales y lejanías donde tu luz de faro se volvía más potente y transparentaba el camino, el de la vida, el de vivirla siempre con pasión
Atesorabas esa intrepidez. Decías: para conocer los territorios, lo mejor es perderse. Así enseñabas tus geografías: los mapas los trazaba tu alma, tu alma tenaz, invencible. Transmitías eso: un arrebato de dicha por vagar, vagabundear sintiendo las arenas y las nieves, un fervor por explorar hasta dónde, hasta no sé cuándo y así volaste alto como tus amados cóndores y viste lo que los demás no veían y lo compartiste para que esos otros, abran los ojos
Fuiste energía pura conectada a los cactus, a las yaretas, a los cerros, a la sal que te recargaba la piel y el hígado, las piedras que te agasajaban porque vos las honrabas con tu devoción y las embellecías con tu arte, con ese toque mágico que siempre tuviste para cortejarlas y seducirlas, para que te amen como vos las amabas
Por allí andarás con esas tus hechicerías amables, naufrago de los desiertos, perdido
Perdido entre médanos infinitos y volcanes cautivos de tu mirada; perdido con tu cámara de fotografía que era la extensión que vigorizaba tu mano y tu sensibilidad desbordada, de huaycos: sólo vos conocías su cauce
Perdido entre queñuales sin doma, chullpares sin redención, hitos que demarcaban fronteras inexistentes, vaguedades del espacio, espejismos sin oasis, sólo la fragua, sólo seguir andando, perdido, perdido entre las tholas, perdido en esa aspereza que bendice y halaga, perdido y redimido en esa aspereza, madre y padre de tu arte
Ese fue tu espejo, hermano. Esa fue la virtud que honraste, sin rendirte nunca, jamás. Ese, lo sé, es tu legado. Vagar, perderse, volver a encontrarse, volver a perderse, vagar, crear, imaginar, sentir: vivir… vivir libre, volver a vivir, seguir viviendo, libremente, perdido de ataduras y de atajos, como has vivido.
* * *
Dime piedra cuánto lo has querido, dime cuánto lo añoras
Dime viento dónde quedaron sus pasos, sus alegrías, sus cantos
Dime nieve si lo acaricias, si lo sigues amparando
Dime sol cómo lo cuidas, dónde lo alumbras…
Dime luna porque sólo tú lo sabes
Dime donde lo volveré a encontrar para reírme con él
Para perderme con él…
Dime, luna, donde lo volveré a encontrar para abrazarlo.
Pablo Cingolani
Antaqawa, 22 de marzo de 2024
1 Comentarios
Poesia pura
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