Piedra blanca sobre un tapiz de musgo


En la quebrada que trepa


Desde el río de Umapalca

Hasta las punas de Tiñipata

Hay muchos senderos que se bifurcan

Seduciendo al caminante

Y demasiadas grietas que se abren, generosas

Y pueden atraparte

Si vas por ahí

Cargando en tu mochila

Tus quebrantos



Allí, accediendo a la angostura

hay unos álamos plateados

Que crecen salvajes

–De sus ramas

Cuelgan babas de líquenes

Son hermosas–

Y que cuando el sol

Hace bailar y brillar sus hojas

Semejan un Caleuche

Una nave de locos y poetas

Un barco de luces

Como el que vi

Medio borracho

Una noche en Chiloé



Allí también hay unos codos

De arena y grava y piedras

Que el agua labra

Y que mutan a cada rato porque

Siempre andan rodando y vagando

Las piedras y las arenas



Luego, la quebrada se angosta

Tanto que da miedo

Que se vuelva huayco y te lleve lejos

Más allá o más acá de la muerte

Por eso si vas por ahí

Para conjurar el temor

Hablas con las almas benditas

Para que te protejan

Como los wayrurus



Sientes mientras caminas

Toda la potencia mineral

Sientes que esa es la razón de ser

Y el sentido de este extraño mundo

Intuyes, y puede que así sea

Que en la fascinante atracción

Que ejercen las piedras

Se esconde un secreto



Entonces, ves esa piedra blanca

Encima de un tapiz de verde musgo

Verde como la esperanza que te guía

Por esos senderos desolados

Y sabes que todo lo vano

Puede diluirse

Todo el mal derretirse

Si atrapas en tu corazón

Toda la verdad

Y la magia

Que atesora

Esa piedra



(Ya caminas con esa fe, esa certeza…)



Luego, atraviesas

Un túnel de vibrantes helechos

Y al final

La luz de la puna

Se abre y te ampara

Como sólo la luz de las punas

Saben hacerlo



(Ries… y respiras profundo…)



A lo lejos

Huallatanipampa

Te celebra y te espera

En la áspera belleza

De su desolación

Y de su encanto



Eso, sientes

Es el destino



Eso, sabes y sientes

Es la justicia.



Pablo Cingolani
Antaqawa, 6 de enero de 2025



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