Se hace música como se escribe. Puntillismo en las notas como una pincelada de Georges Seurat que toma el camino de la Underwood de Jack Kerouac. Beat & Be Bop en música y en palabras, sax de Charlie Parker y teclado que escupe así espontáneamente sus notas que son oraciones de jazz negro, la voz de Billie Holiday antes del dilúculo.
Jazz, es la ametralladora que Ambrose Bierce introduce en uno de sus libros; dilema del lenguaje para Wittgenstein, flujo sin fin en las jam sesión de quienes escribían con unas botellas de bourbon siempre a su lado.
Jazz es la voz desesperadamente alegre de Ray Charles; literatura tan persuadida hasta introducirse en la médula de una partidura, puntuación revolucionaria de Céline, tic tac, tic tac en las periferias del mundo sumergido, en la profundidad del animo humano. Música del siglo breve, bastarda como la sangre de Charles Mingus. Negra, tan inspiradora para Henry Miller como para Colette.
Entre los primeros esclavos negros que llegaron a Virginia en 1619 y la primera orquesta que en 1920 graba en New Orléans se fueron decantando los ritmos africanos, el tam tam de la brousse, “el blues, el consuelo de los spirituals y el nacimiento del boogie-woogie".
Una poesía de Gianni D’Elia en las noches de verano en el litoral Adriático: “E tu le Ricordi le cene, le sere, lunghe/del jazz, il sole ultimo, caldo nella stanza,/traverso le serrande del crepuscolo, ai muri/battuti dall’arancio, ed al profumo degli intingoli…”mientras fumabamos hachís y seguíamos debatiendo sobre Brecht y el mas jazzista de todos, James Joyce. Ya nos olvidamos de Baudelaire y las mujeres maduras nos perseguían como en una novela de Francis Scott Fitzgerald.
Jazz fueron las palabras desnudas de la poesía como las notas de Miles Davis, la sutileza impenetrable de John Coltrane, la mirada de Humphrey Bogart frente a Ingrid Bergman: “As the time goes by”…
Como decía Bukowski, fuerza, bondad y comprensión.
Maurizio Bagatin, 05 de julio 2025
Imagen: Fernand Léger, Jazz, 1930
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