Por Concha Pelayo
Este mes de diciembre es propicio para los recuerdos de infancia. Por eso, uno de los posts de Lilymeth donde cita la palabra colación, ha hecho que se reavivan aquellas colaciones que me regalaban mi padrinos de pila, mi tía Joaquina y un primo de mi padre, Eleuterio. Tanto la una como el otro, cada año, cuando llegaba la Navidad me regalaban una bolsa de papel de estraza en cuyo interior había unas cuantas nueces, higos pasos, almendras de colores, una naranja, una manzana y lo más importante y lo que más ilusión me hacía: una caja de cartón, redonda e ilustrada la tapa con hermosos temas navideños.
Aquella cajita era objeto de la mayor atención por mi parte aunque, como cada año, contuviera lo mismo: un dulce enroscado sobre sí mismo haciendo forma de culebra al que se untaba con clara de huevo para que brillara y para decorarla se salpicaba con minúsculas bolitas de colores con sabor a anís. Tenía un sabor exquisito que todavía recuerdo en el paladar, un sabor agridulce porque se incluían algunas almendras amargas en la masa. Yo me sentía muy importante con aquellos presentes pues los padrinos de mis otros hermanos no le regalaban la colación como a mí y ellos me miraban con cierta envidia. Al respecto, he de decir, que la que le tenía una gran envidia a mi hermana era yo pues siempre me pareció que sus ocurrencias y opiniones eran más tenidas en cuenta que las mías, que la valoraban más y la querían más. Sufrí mucho por eso y creo que nunca he dejado de sufrir por esa causa, pues mis reacciones, al respecto, me sorprenden todavía y algunas veces hasta me avergüenzo de ellas. Esas cosas no acaban de superarse aunque nos permiten seguir la vida sin traumas.
Loa Reyes Magos llegaban unos días más tarde y el Rey Negrito como llamábamos al Rey Negro, era mi favorito y al que escribía mi carta para que me trajera lo que mi madre me dictaba con mucho tacto. Los niños de entonces no necesitábamos tanto para ser felices, nos bastaban pocas cosas y nos sobraba imaginación para disfrutar la niñez. Hoy los niños ya tienen sus móviles para comunicarse unos con otros, se manejan en internet y con su música. Hoy los niños viven en una burbuja de lujo rodeados de todos los bienes de consumo y aislados en sí mismos.
Mi memoria hoy me lleva a aquellas preciosas cajitas de cartón que extasiaban mis ojos cuando descubría su interior.
6 Comentarios
Una dulce evocación no desprovista de ciertos dolorcitos incrustados en el alma, querida Concha.
ResponderEliminarLa magia de esas navidades, con predecibles obsequios y tradiciones repetidas con cierta exactitud año a año, parecen hoy irrecuperables. Creo pertenecer a la penúltima generación que disfrutó esas navidades tan simples pero tan llenas de magia y ansiosa alegría.
Ese Rey Negro nunca lo conocimos por acá, y me gustaría mucho indagar sobre esa costumbre, o quizás tú misma me puedas interiorizar al respecto. Nuestras costumbres no diferían de las estadounidenses, y nuestros Santa Claus se asaban dentro de sus trajes con nuestros habituales 33 grados de calor de estas fechas.
Una de las cosas que recuerdo con más afecto eran los pinos adornados con dulces y racimitos de cerezas rosadas.
La cariñosa forma narrativa con que has descrito tus cajitas navideñas me ha permitido incorporarlas también a mis recuerdos.
Un fuerte abrazo prenavideño mi querida amiga.
Qué bellos recuerdos. Me llama mucho la atención el tema de las colaciones y me despiertan una gran tentación... Tan rico... Que yo sepa, no existe en la Argentina esa tradición pero me encantaría incorporarla en mi familia. Pese a mis resistencias al festejo soy la encargada de los regalos y lo hago con mucho cariño y dedicación. Creo que será un lindo detalle y aunque estemos en épocas de mucho calor consumimos cosas muy parecidas.
ResponderEliminarCon respecto al Rey Negro, creo que sería San Baltazar por estos lados. Uno de los más populares y "excéntricos" a los ojos de los niños dado que carecemos de población negra, recién hace unos pocos años comenzamos a recibir inmigración de algunas zonas de Africa. (( Me asombra que en Chile lo desconozcan!))
Gracias por compartir tus deliciosos y cálidos recuerdos.
Un abrazo.
Qué tierno escrito, Concha. Tu mirada evocativa está tan lleva de amor y colorido como de ciertos rencorcillos que han permanecido hasta hoy. Tal como dice Jorge, no conocemos a ese rey Negro por acá. Más bien nos mostraban a Gaspar, Melchor y Baltazar bastante rubios y de ojos azules, tal como el Cristo escandinavo, los querubines y hasta los animalitos del pesebre, todos nos miraban y nos siguen mirando con la azul mirada de la preponderancia cultural europea.
ResponderEliminarSobre los niños, es cierto que los hacemos vivir en una burbuja. La misma burbuja que parece estar reventando en todos lados, tal como lo expresa el escritor Jesús Chamali. Somos nosotros los que los hacemos así, los que los llenamos de regalos carísimos y muchas veces innecesarios, los que los volvemos egoístas y ensimismados, consumistas y agresivos. Somos nosotros, porque queremos borrar parte de nuestras propias culpas y carencias de infancia.
Un bello relato para anticipar la navidad. Un abrazo Concha.
La celebración de los Reyes Magos, aquellos reyes de oriente que adoraron al Niño Jesús en Belen, son los mismos que decís: Melchor, Gaspar y Baltasar. Y Baltasar siempre nos lo han presentado como negro. Los otros dos son rubios y blancos. La tradición en España viene de largo, siempre la hemos celebrado el día cinco de enero. Se celebran cabalgatas der Reyes en toda España. Cada ciudad y cas cada pueblo tiene su cabalgata donde van los tre reyes en sus carrozas, con su séquito y corte. Son muy coloristas y mágicas y los niños, apostados en las aceras de las calles miran extasiados esta suerte de espectáculo. Algunnos de estos reyes, van, incluso, a las casas de los niños para entrgar sus regalos. Como comprenderéis, son encuentros de infarto. Suerte que los niños no los sufren. Con calma, investigaré de porqué esta fiesta en España. Ahora, somos tan tontos, que se nos ha colado también Papá Noel, pero es distinto y los que tenemos una edad, casi reverencial, nos viene un poco grande. Particularmente no me gusta que las corrientes externas empañen las propias. Lo que sí me extraña es que en América no se celebre dado que se legó tanta cultura.
ResponderEliminarUn beso a todos y gracias por vuestras palabras.
Al indagar en la construcción y consolidación de religiones tan grandes como la católica, se puede percibir las enorme cantidad de invenciones, omisiones y tergiversaciones ligadas a contingencias político-religiosas que se han producido en etapas muy posteriores al nacimiento del cristianismo. El rey negro tiene mayor presencia en ciertas lugares de Europa, Asia y América, y su origen se encuentra en un indeterminado momento y lugar del medioevo tardío. No existe ningún antecedente que corrobore su existencia ni la del resto de los reyes magos, ni menos que fuesen reyes. Tan sólo se pueden asociar con sacerdotes persas. Pero bajo una lectura política, se puede afirmar que es un intento propagandístico de los escribas de los evangelios por remarcar la preponderancia creciente del cristianismo por sobre otras religiones consideradas paganas, cuyos miembros acudían voluntaria y mansamente a su conversión al origen mismo de este nuevo credo.
ResponderEliminarJorge, gracias por la información que aportas sobre los Magos de Oriente. Muy creíble por cierto. De niños nos contaron que unos Reyes, atraídos por el nacimiento del Mesías, corrieron adorarle y así lo creyeron nuestros mayores y así se lo enseñamos a nuestros hijos. La historia y la leyenda, una vez más se dan la mano. Una complementa a la otra.
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