JUAN PABLO JIMÉNEZ -.
"Llega un momento
en que hablar o
estar en silencio
es lo mismo…"
Alfredo en Cinema Paradiso
Mira, Ennio: yo te tengo buena. Estamos claros que a tus 82 años eres una leyenda viva del séptimo arte de todos los tiempos. Cuando te trajeron en el 2008 yo fui uno de los ilusionados que a las 0 horas en punto estuvo en internet para obtener una “invitación” a tu concierto gratis cosa que, debido al colapso en la red, no prosperó. Después supe que miles de esas entradas ya estaban destinadas a público con nombre y apellido... Esa vez, pateando en el suelo el computador, me decía por qué diablos no te traían a Chile y uno, como cualquier ciudadano que paga sus impuestos, compraba una entrada, te iba a ver y punto.
Aquella vez diste dos conciertos; uno extra. Un amigo, tan o más frustrado que yo, me propuso que escucháramos el concierto en la calle, como unos tristes vagabundos. No quise. Tenía rabia. No contigo. Con los organizadores. Y porque Santiago para variar en estas cosas es Chile… en realidad en varias otras también.
Por eso cuando supe que venías en junio al Movistar Arena a celebrar tus 50 años de trayectoria y que el primer concierto estaba agotado, corrí a comprar 2 entradas. Y no me costaron baratas ¿eh? Claro, iría a ver a un monstruo de las bandas sonoras de toda la historia del cine. Se me pondría la piel de gallina –y así fue– escuchando la interpretación que harías junto a la Sinfónica de Chile y al Coro Sinfónico de la Universidad de Chile de piezas magistrales como La Misión, El Bueno, El Malo y El Feo, Érase Una Vez en América, El Clan Siciliano, Sostiene Pereira, entre varios otros.
Mira, Ennio: esta vez tuve que hacer varios esfuerzos para ir a verte. Primero que todo, mandé a la mierda a una amiga por tu concierto, me fui de mi ciudad, a 200 kms. en auto con lluvia, solo, medio resfriado, con un desperfecto en el motor de mi city car y mintiéndole a mi jefe un turno fantasma. Además, tuve que inventar un acompañante para verte porque el original, se perdió en medio de esa misma lluvia y la medianía de ese viaje tan gris como las nubes amenazantes de lluvia y el pavimento.
¿Te confieso algo?... te fui a ver principalmente para escuchar tu interpretación de Cinema Paradiso… Mientras escribo estas palabras escucho esa banda sonora que tú algún día creaste, sin duda una de las más bellas que se han escrito para la pantalla grande.
Quería ver tus brazos moviéndose delicados flotando en las armonías de esas composiciones que alguna vez, en medio de la vorágine de la post adolescencia, transformaron mis días.
No bromeo. No exagero. Suena a lugar común. Lo sé. Pero esas melodías tuyas sobre los personajes de esa película tan sencilla como la más grande de todas las almas, hasta hoy me revuelven el estómago y me hacen recordar el pasado que no pudo ser, un beso tibio de despedida, el abrazo largo del perdón, la mirada dulce de mujeres eternas, la estación de trenes de Curicó, desvencijada y adolorida; los amores truncos, las amistades perdidas, los días de lluvia que se volvieron poemas, las casas antiguas, el rostro aquel delgado y fino que después se volvió un engaño; los amores adolescentes, las penas grandes como las felicidades. En el fondo iba a eso, Ennio, a reencontrarme con todo ello. Pero no tocaste piezas de Cinema Paradiso…
A medida que avanzaba el resto de las composiciones, famosas composiciones, en el recinto se vivía un universo que nada tenía que ver con la lluvia que mojaba el Arena. Escuchábamos tus interpretaciones y uno podía imaginarse los fotogramas que avanzaban en el fondo del escenario, reviviendo escenas clásicas, en el fondo de nuestras propias vidas. Pero no estuvo Cinema Paradiso… y ya no creo que vuelvas por estos lados.
Mientras esperaba en silencio que me hicieras revivir la comunión de Totó con Alfredo, recordé la frase que su madre le dice a Totó ya adulto en el filme: “cada vez que te llamo me contesta una mujer diferente. Pero hasta ahora nunca oí una voz que te ame de verdad”. No sé por qué la recordé.
Afuera seguía la lluvia con su propio concierto. Todo el mundo estaba extasiado contigo. Te aplaudían de pie. De los instrumentos se escapaba no solo su vida propia y noble, sino además, se escapaban aquellas musas, aquellos sueños, aquellas imágenes que se mueven dentro de ti y que después se transforman en bálsamo sobre el celuloide.
Me fue inevitable pensar en Totó viendo las escenas de los besos o entrando a su habitación de niño para reencontrarse con sus objetos del pasado impregnados de ese pasado.
No tocaste Cinema Paradiso… como un rockstar que se niega a darle el gusto al público con un viejo éxito. Me quedé esperando como Totó adolescente mirando la ventana de Elena.
No tocaste Cinema Paradiso... Pero no puedo tenerte rabia.
8 Comentarios
Comparto el gusto por la música de Ennio, así como por el cine y las películas musicalizadas por él, de a poco me he ido haciendo de una pequeña colección de su música, que disfruto seguido, también he deseado verlo y escucharlo en vivo en las ocasiones que ha venido a Chile, pero no ha estado a mi alcance...sólo puedo imaginar la maravilla que ha de ser esa experiencia, y conocer la suya ha sido un atisbo muy interesante.
ResponderEliminarSaludos
Todo sacrificio por oir a Ennio vale la pena, no me cabe dudas. Al igual que vos, de estar en tu lugar esperaría ansiosa que interprete Cinema Paradiso, que para mí es por lejos es uno de los temas más hermosos que he oido. Recuerdo haber buscado por meses la versión tango de tema principal de la película (del que me enamoré tras oirlo en un domingo lluvioso en una radio online) para mi deleite personal. Lo hallé y lo reproduje incesantemente hasta que mi madre colapsó y amenazó con irse de la casa... cosas de fanáticos ¿no? Te comprendo por la desilusión que te llevaste.. ¡¿Por qué no tocó Cinema Paradiso?! Me lo preguntaría con profundo desgarro-
ResponderEliminarSaludos :)
Es una pieza maravillosa. Se entiende la frustración que acá manifiesta. Muy interesante.
ResponderEliminarYo no le habría perdonado a Ennio que no tocara el Oboe de Gabriel, o la música de Mi nombre es nadie.
ResponderEliminarUn texto muy emotivo, amigo Jiménez, como ya nos tiene malacostumbrados.
Concuerdo con el Sr. Muzam, de haber podido asistir a su concierto, no le hubiera perdonado a Ennio el no tocar el Oboe de Gabriel, sí de solo escucharlo envasado se me erizan los pelos...¡realmente sublime!
ResponderEliminarCaroline
Yo creo que voy a terminar invitando a este joven Jiménez a mi casa, a ver Cinema Paradiso. Tengo en mi poder la película, traida de Buenos Aires de manos de un amor de esos que no se olvidan. Un amor como el que Ennio hace germinar. Lo voy a pensar.
ResponderEliminarCinema Paradiso forever!! En todas sus versiones, en vivo o en cd. Una película magnífica y una de las bandas sonoras más hermosas de todos los tiempos. Fantástico relato!
ResponderEliminarUn tema magnífico, una película inolvidable.
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