Lo más patético de la muerte de Chávez fue la reacción de la derecha latinoamericana, representada por un lado por sus dirigentes políticos y por otro por los medios, que en un punto llegaron a la contradicción o a explicitar, sin querer queriendo, la mentira. No voy a mencionar las imágenes de Fox que mostraban las celebraciones en Miami por la muerte de Chávez, porque eso sería caer en la imagen burda, pero sí en el contacto que hizo aquella misma noche una periodista venezolana con un programa de TV argentino. Ahí la periodista “informaba” que la muerte de Hugo Chávez Frías había sido responsabilidad de los médicos cubanos; recuerdo que en el estudio hubo estupor, pero la periodista continuó con su informe: Hugo Chávez está muerto desde el 30 de diciembre pasado, dijo y enseguida se corrigió: Tuvo muerte cerebral ese día y lleva muerto totalmente diez días. La producción del programa de TV, que no era de noticias, tuvo el buen gusto de poner en caracteres: Hugo Chávez murió el año pasado. Pero eso a esas alturas daba lo mismo, porque la periodista aclaraba que pese a que el Presidente no era santo de su devoción, estaba muy triste.
Aquella noche del 5 de marzo, como hubiera titulado Amelie Nothomb, de “estupor y temblores” continuó en la televisión argentina y hasta un programa de farándula trató el tema de la muerte del Presidente. Todos hablaban. Todo era noticia, o más bien todos querían opinar, por lo que se hacía difícil distinguir las sensaciones de las informaciones y las opiniones de los análisis. Hasta que hice zapping y en ese momento vi a Enrique Capriles, el candidato opositor derrotado por Chávez en las últimas elecciones, hablarle a la nación y al mundo que “ellos”, su sector, garantizarían la institucionalidad. Pensé que seguramente la periodista venezolana del informe “Chávez murió por responsabilidad de los médicos cubanos” había votado por él y concluí dos cosas bastante evidentes pero que consideré que había que hacer visibles: primero, Capriles perdió contra un Chávez moribundo, y segundo, el sector que lidera no podía dar ninguna garantía de institucionalidad porque hacía diez años había dado un golpe de estado al mismo Chávez. En este escenario el llamado de Capriles sólo podía interpretarse de un modo: un acto de campaña patético, que en el fondo no guardaba ninguna diferencia con salir a celebrar la muerte del Presidente.
La derecha latinoamericana ha insistido que existen sectores que están pegados al pasado y que no se dan cuenta de cómo ha cambiado el mundo. A la derecha latinoamericana habría que decirle que los que están pegados al pasado son ellos y que el mundo efectivamente ha cambiado, especialmente el mundo latinoamericano y que Hugo Chávez fue motor de ese cambio. En otras palabras, todos aquellos países, dirigentes, partidos políticos, líderes sindicales, periodistas, en fin todos los que no estén con el neoliberalismo están pegados al pasado, y digámoslo claramente: el neoliberalismo está en crisis hace rato. Estar en su favor es estar anclado al pasado, a un sistema económico y social que demostró su fracaso. ¿Hace cuántos años Estados Unidos y Europa están en crisis? El mundo ha cambiado sí, hacia mercados locales, regionales, pero esa concepción de que lo mundial, lo trasnacional funciona siempre y de que el mercado lo soluciona todo son cosa del pasado, es por así decirlo “pre chavista”, si lo queremos plantear en estos términos.
Por otro lado, alguien les tendría que avisar a los cubanos de Miami, tal vez los más extremos de la derecha latinoamericana (sin vivir en Latinoamérica), que la Guerra Fría acabó, que no todo intento progresista o populista es socialista al modo que se entendía hasta hace veinticinco años. En este sentido resulta curioso y hasta cómico que tanto el chavismo como el kirchnerismo sean acusados de estalinistas. ¿Tanto conocimiento de ciencia política posee la derecha si a lo único que se dedicaba hasta hace diez años era a dar golpes de estado? Según Zizek, uno de los intelectuales más importantes del mundo, el estanilismo, como se entiende popularmente (poder absoluto, muerte a la disidencia, etcétera), murió antes de que Stalin muriera, cuando en un Congreso del Partido Comunista acusó al camarada Molotov de traición y Molotov le dijo a Stalin que se equivocaba. Zizek interpretó que en el periodo “estalinista” una acusación así era sinónimo de pelotón de fusilamiento, pero eso no ocurrió. ¿Por qué? Porque en esa época Stalin ya no tenía el control absoluto. ¡Y hermanos de la derecha latinoamericana, esto sucedió hace más de medio siglo! El estanilismo es cosa del pasado: ni el Partido Comunista ni el kirchnerismo ni el chavismo son estanilistas. En el fondo eso lo saben; saben que el estanilismo murió hace tiempo, pero lo citan para asustar a la gente para que no pida lo que es justo, para que se contente con las migajas. La riqueza de un país no es de unos pocos, es de todos. Cuando Lula estuvo en Mar del Plata dijo algo parecido, y ojo que Lula no es ningún estanilista, al menos que yo sepa.
Aquella noche del 5 de marzo, como hubiera titulado Amelie Nothomb, de “estupor y temblores” continuó en la televisión argentina y hasta un programa de farándula trató el tema de la muerte del Presidente. Todos hablaban. Todo era noticia, o más bien todos querían opinar, por lo que se hacía difícil distinguir las sensaciones de las informaciones y las opiniones de los análisis. Hasta que hice zapping y en ese momento vi a Enrique Capriles, el candidato opositor derrotado por Chávez en las últimas elecciones, hablarle a la nación y al mundo que “ellos”, su sector, garantizarían la institucionalidad. Pensé que seguramente la periodista venezolana del informe “Chávez murió por responsabilidad de los médicos cubanos” había votado por él y concluí dos cosas bastante evidentes pero que consideré que había que hacer visibles: primero, Capriles perdió contra un Chávez moribundo, y segundo, el sector que lidera no podía dar ninguna garantía de institucionalidad porque hacía diez años había dado un golpe de estado al mismo Chávez. En este escenario el llamado de Capriles sólo podía interpretarse de un modo: un acto de campaña patético, que en el fondo no guardaba ninguna diferencia con salir a celebrar la muerte del Presidente.
La derecha latinoamericana ha insistido que existen sectores que están pegados al pasado y que no se dan cuenta de cómo ha cambiado el mundo. A la derecha latinoamericana habría que decirle que los que están pegados al pasado son ellos y que el mundo efectivamente ha cambiado, especialmente el mundo latinoamericano y que Hugo Chávez fue motor de ese cambio. En otras palabras, todos aquellos países, dirigentes, partidos políticos, líderes sindicales, periodistas, en fin todos los que no estén con el neoliberalismo están pegados al pasado, y digámoslo claramente: el neoliberalismo está en crisis hace rato. Estar en su favor es estar anclado al pasado, a un sistema económico y social que demostró su fracaso. ¿Hace cuántos años Estados Unidos y Europa están en crisis? El mundo ha cambiado sí, hacia mercados locales, regionales, pero esa concepción de que lo mundial, lo trasnacional funciona siempre y de que el mercado lo soluciona todo son cosa del pasado, es por así decirlo “pre chavista”, si lo queremos plantear en estos términos.
Por otro lado, alguien les tendría que avisar a los cubanos de Miami, tal vez los más extremos de la derecha latinoamericana (sin vivir en Latinoamérica), que la Guerra Fría acabó, que no todo intento progresista o populista es socialista al modo que se entendía hasta hace veinticinco años. En este sentido resulta curioso y hasta cómico que tanto el chavismo como el kirchnerismo sean acusados de estalinistas. ¿Tanto conocimiento de ciencia política posee la derecha si a lo único que se dedicaba hasta hace diez años era a dar golpes de estado? Según Zizek, uno de los intelectuales más importantes del mundo, el estanilismo, como se entiende popularmente (poder absoluto, muerte a la disidencia, etcétera), murió antes de que Stalin muriera, cuando en un Congreso del Partido Comunista acusó al camarada Molotov de traición y Molotov le dijo a Stalin que se equivocaba. Zizek interpretó que en el periodo “estalinista” una acusación así era sinónimo de pelotón de fusilamiento, pero eso no ocurrió. ¿Por qué? Porque en esa época Stalin ya no tenía el control absoluto. ¡Y hermanos de la derecha latinoamericana, esto sucedió hace más de medio siglo! El estanilismo es cosa del pasado: ni el Partido Comunista ni el kirchnerismo ni el chavismo son estanilistas. En el fondo eso lo saben; saben que el estanilismo murió hace tiempo, pero lo citan para asustar a la gente para que no pida lo que es justo, para que se contente con las migajas. La riqueza de un país no es de unos pocos, es de todos. Cuando Lula estuvo en Mar del Plata dijo algo parecido, y ojo que Lula no es ningún estanilista, al menos que yo sepa.
Publicado Revista Punto Final y en el blog del autor el 20/03/2013
2 Comentarios
Circo mediático, suelo asistir a ese espectáculo todas las noches al terminar de trabajar. Me basta hacer un poco de zapping, un par de horas, para no temer a esa calificación desdeñosa: circo. Es lo que hay para ver, lo siguiente a hacer para no quedarse pegado al show es pensar por uno mismo y esforzarse a sacar sus propias conclusiones. Eso hago yo y eso hacés vos en este texto. Y lo celebro.
ResponderEliminarSaludos, un gusto leerte por acá.
Lúcido, muy buen artículo.
ResponderEliminarPara hacerlo circular.