CLAUDIO RODRÍGUEZ MORALES -.
Para recorrer la biografía del escritor Mark Twain (seudónimo
de un término técnico usados por los pilotos de barcos y que significa “Marca
dos sondas”), es necesario tomar bastante aliento. Aquí vamos con la serie de
actividades que, con mayor o menor acierto, este escritor estadounidense
desempeñó durante su vida y de manera paralela al arte de la ficción:
Impresor, tipógrafo, articulista (sus inicios fueron
en un periódico familiar), piloto navegante del río Mississippi (lo hizo junto
a su hermano, quien falleciera a los pocos años en el ejercicio de este trabajo),
cronista de viajes, buscador de oro, humorista (primer autor de monólogos
cómicos), inventor (creador del primer álbum con figuritas adhesivas
coleccionables y del primer juego de salón), parapsicólogo (fundador de la
Sociedad para la Investigación Psíquica), viajero, conferencista, polemista
(crítico de las religiones oficiales), soldado (durante la guerra civil sirvió
en la milicia confederada), practicante del ayuno como terapia medicinal,
forjador del jet set internacional (amigo de políticos, industriales y de la
realeza europea del siglo XIX), activista de la causa sindicalista obrera,
simpatizante del imperialismo estadounidense y, más tarde, antiimperialista,
revolucionario pro soviético, abolicionista, defensor de las minorías, gran
productor de dinero y, a su vez, gran despilfarrador del mismo (sus negocios se
vieron afectados por sucesivas quiebras y dependió de la ayuda de mecenas para
salir a flote).
Mark Twain se caracterizó, además, por su accidentado
transitar hacia la luz masónica. Durante su período en Misisipi, se unió a la
Logia Polar Star Número 79, con base en San Luis, Misuri. Los registros señalan
que se inició como aprendiz el 22 de mayo de 1861, contando con 26 años. Tuvo
aumento de salario el 12 de junio y alcanzó el grado de maestro el 10 de julio
de ese mismo año. Después se señala que fue relevado de la orden y luego
reincorporado en 1867. Finalmente dimitió en octubre de 1868.
Formación
El nacimiento de Mark Twain en 1835 en Florida,
Estados Unidos, coincidió con la llega del Cometa Halley. Bautizado con el
nombre de Samuel Langhorne Clemens, el escritor dejó este mundo en la siguiente pasada de este
fenómeno celeste en 1910, cuando residía en la ciudad de Connecticut (el mismo,
antes de morir, dejó por escrito esta profecía que lo ligaba al Halley al nacer
y al morir). Fue el sexto de un total de siete hermanos, de los cuales sólo
sobrevivieron tres. A la sombra de un tío millonario, durante su infancia gozó
junto al resto de su familia de los beneficios de una tienda, una granja y el
trabajo de los esclavos. Precisamente, de esta etapa de su vida extrajo
material, años más tarde, para la escritura de sus obras más importantes.
Comenzó
escribiendo artículos, crónicas, cuentos y versos ligeros con toques
humorísticos, en su mayoría para periódicos. Más tarde evolucionó a una
literatura de carácter universal, donde retrató con maestría las vanidades e
hipocresías de la humanidad en obras como “Las aventuras de Tom Sawyer” (1876),
“El príncipe y el mendigo” (1881), “Las aventuras de Huckleberry Finn” (1885),
todas novelas, y el relato breve “La célebre rana saltarina del condado de
Calaveras” (1865), publicado primero en un diario y con el que obtuvo repercusión
masiva. Se le considera “el padre de la literatura norteamericana”, distinción
no menor, si sus "hijos" son autores de la talla de Ernest Hemingway, William
Faulkner y Francis Scott Fitzgerald.
A los 18
abandonó el hogar para comenzar a trabajar en un barco, por aquel entonces el
mejor empleo remunerado del país. Esto le permitió conocer de cerca la
actividad, la cual retrató en sus obras de ficción y apoyar la causa de los
sindicatos de los riverboats (barcos de río) y de los asalariados en general: “¿Quiénes son los opresores? Los menos: el
Rey, el capitalista, y un puñado de otros capataces y superintendentes –escribió
en una de sus primeras crónicas-.
¿Quiénes son los oprimidos? Los más: las naciones de la Tierra; los personajes
valiosos; los trabajadores; ellos que hacen el pan que se comen los blandos y
los ociosos”.
Fe
y imperialismo
La relación de Twain con la religión no se encuentra
exenta de contradicciones. A pesar de su condición de presbiteriano, fue un
crítico furibundo de la religión organizada, en especial de inspiración
cristiana (la principal en Estados Unidos). Se presume que a causa de la
partida de su esposa y la cercanía de la muerte, en su madurez participó en discusiones
religiosas y en misas. También recaudó fondos para construir una Iglesia Presbiteriana
en Nevada, en 1864, aunque se piensa que esto último se debió a su cercanía con
su hermano, miembro de esta orden religiosa. En todo caso, en vida Mark Twain no publicó sus opiniones consideradas más heréticas sobre la religión, sino que
éstas se conocieron en ensayos y ficciones difundidas después de su fallecimiento y
con bastante reticencia de sus familiares.
De su pensamiento se puede concluir que creía en una
suerte de entidad todopoderosa (que podemos llamarla Dios), pero en ningún mensaje,
revelación, libros sagrados, divina providencia ni recompensa de una
vida después de la muerte. En ocasiones señaló que la bondad, la justicia y la
misericordia de Dios se manifiestan en sus obras, pero que el universo se
gobierna por leyes estrictas e inmutables que determinan hasta las cuestiones
menores, como el refriado de una persona o el color del vestido de una modelo.
Pero también contradijo esta visión deísta al manifestar su creencia en profecías (por ejemplo, su nacimiento y muerte con el Cometa Halley). Hacia
1890 adoptó una posición más dura hacia Dios señalando que si es todopoderoso
para el bien o para el mal, no está bien de la cabeza. También señaló que la
creación el mundo fue mediante torturas y por cualquier propósito menos el bien
de la humanidad, detalle demasiado insignificante para los intereses de Dios.
A diferencia de muchas personas y contrario a lo que
se pensaba, a medida que se hacía más viejo, las ideas de Twain se volvieron
más radicales y antisistémicas. Tras su muerte, su familia optó por mantener en
reserva sus escritos más polémicos, por lo que siempre se están encontrando nuevos
textos del autor. Aún más, el mismo defendió su derecho a cambiar de opinión y
evolucionar de acuerdo a la observación de la realidad.
“(Yo
solía ser) un encendido imperialista. Quería que el águila norteamericana fuera
gritando sobre el Pacífico. ¿Por qué no desplegar sus alas sobre las Filipinas,
me preguntaba?... –declaró
en una conferencia-. Me decía a mi mismo,
aquí hay un pueblo que ha sufrido durante tres siglos. Podemos hacer que sean
tan libres como nosotros, darles un gobierno y un país propios, poner una
miniatura de la Constitución de los Estados Unidos flotando en el Pacífico,
comenzar una flamante nueva república que ocupara su lugar entre las naciones
libres del mundo. Me parecía una gran tarea a la cual nos habíamos dedicado.
“Pero
he pensado un poco más, desde entonces, y he leído con cuidado el Tratado de
París -que puso fin a la guerra hispano-estadounidense-, y he visto que no
tenemos la intención de liberar, sino de subyugar al pueblo de las Filipinas.
Hemos ido allí a conquistar, no a liberar.
“Debería
ser, creo yo, nuestro placer y deber el hacer a aquella gente libre, y dejar
que traten sus cuestiones domésticas a su manera. Y por eso soy
antiimperialista. Estoy en contra de que el águila ponga sus garras en
cualquier otra tierra”.
Apoyaba a los revolucionarios rusos (bolcheviques) en contra
los reformistas (social demócratas o liberales), porque consideraba que la
única forma de derrocar al Zar Nicolás II era a través de la violencia. Esta
defensa de los revolucionarios rusos le nacía, precisamente, al evocar la gesta
de independencia de los Estados Unidos. Para Twain, siempre había motivos para
una revolución. “Soy un revolucionario
por mis simpatías, por nacimiento y por principio –manifestó-. Siempre estoy del lado de
los revolucionarios, porque no ha habido nunca una revolución a menos que
hubiera condiciones opresoras e intolerables contra las cuales había que
sublevarse”.
En este contexto, Mark Twain fue un declarado abolicionista,
señalando que la Proclamación de Emancipación de Abraham Lincoln liberó tanto a
esclavos afroamericanos como a hombres blancos. Sin embargo, reparó en el maltrato que de igual forma recibían los inmigrantes chinos. Brindó ayuda a dos
amigos afroamericanos para que pudieran cursar estudios y a otro para que
asistiera a la universidad.
Otra de las causas abrazadas por Twain fue la
emancipación de la mujer y su derecho a participar en la vida democrática del
país.
Inventos
Twain fue una de las primeras personas en instalar un
teléfono en su casa y de emplear una máquina de escribir (1874), una vieja
Remington Typewrite. Después de aquello, pasó a la historia como el primer
escritor en la historia de la literatura universal que mecanografió un
manuscrito -“La vida en el Misisipi”, de 1883-, invirtiendo buena parte de sus
ahorros en ello.
“Pasar un poco de hambre hace mucho más por un enfermo
que las mejores medicinas y los mejores doctores”, observó a propósito de sus frecuentes curas de
ayuno.
En 1873 patentó los álbumes de recortes autoadhesivos con efemérides, personajes ilustres y gestas. Estos se comercializaron con encuadernaciones de cuero y se vendieron más de veinticinco mil
ejemplares.
Como una manera de incrementar sus arcas, dio inicio a
una serie de conferencia por el país. Se le considera el primer autor de
monólogos cómicos (anotaciones picarescas y observaciones mordaces) y
humorista.
Como inventor y coleccionista de artilugios, fue el
creador de unos tirantes autoajustables para chalecos (futuros suspensores) y
de un álbum con recortes autoadhesivos y un juego para memorizar eventos
históricos.
6 Comentarios
Inteligentes, cómicos y mordaces. Quedan muy pocos escritores así.
ResponderEliminarBuen texto, estimado amigo.
Gracias estimado Claudio por tu magistral presentación. Siempre se aprende contigo.
ResponderEliminarUn abrazo.
El primer libro que leí en mi vida, a los 7, fué Tom Sawyer, gracias por ilustrarme un poco sobre Twain...
ResponderEliminarGracias Claudio por este recorrido a través de la biografía de Mark Twain. Se convirtió en mi autor favorito desde los 15 años. A partir de todos estos datos de su biografía, se puede entender mucho mejor su obra y ver reflejado al autor ella. Una vida intensa y rica, sin duda.Muy buen artículo, Claudio.
ResponderEliminarPantallazo general, muy apropiado y a la vez interesante. Siempre en tu línea del buen lector y procesador de data. Saludos y quiero más!
ResponderEliminarBien expuesto Rodríguez.
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