Pablo Cingolani
―Que no entiendo esa manía que tienen ustedes. Corren detrás de una ficción. Ustedes lo llaman tiempo.
―Sí, es verdad, estamos obsesionados con el tiempo…
―Porque están obsesionados con la muerte, con el final. No se dan cuenta que pueden ser felices sin esa angustia, sin ese miedo… que por si acaso, no es el único miedo que ustedes tienen…
―Es verdad, tenemos otros miedos….
―Sí, yo los conozco. Los he visto padecer por años, por siglos, por milenios. Tienen miedo a fracasar. ¿No se dan cuenta que esa es la prueba de que uno está vivo y puede volver a empezar?
―Lo que pasa, querida piedra, es que esa es la cultura que nos impone el capitalismo…
―¿El capitalismo? ¿Qué mierda es eso? yo he visto a los hombres prosperar: fracasaban e insistían, así lo lograron, así descubrieron el fuego, ¿o vos no sabes o no te acuerdas?
―Si tenés razón: a veces no sabemos, casi siempre nos olvidamos…
―¿Sabés qué, Pablo? –Me dice la piedra mirándome fijo- entré el miedo al fracaso y el miedo al final, los secuestra otro miedo…
―¿Cuál otro miedo?
―El miedo al dolor. El miedo a vivir: es igual. Eso los vuelve, discúlpame, una punta de cobardes. Salvo unos pocos que yo también he conocido, hombres nobles, hombres de coraje, los seres humanos no están dispuestos al sacrificio. Yo los veo, allí abajo, apiñados en las ciudades, ¿ciudades se llaman allí donde se sumergen todos?
―Sí, ciudades.
―Bueno, allí, allí los veo, todos cagados de miedo, todos queriendo evitar al dolor, todos queriendo engañar al fracaso, todos queriendo eludir a la muerte… ¿y sabés porque viven así, sienten eso?
―No, vos decime.
―Porque han perdido el lazo, ese que tenían, han perdido el amarre que poseían con la naturaleza. Yo los he visto vivir así millones de años y, de repente, se empezaron a ir todos y a juntarse en eso que ustedes llaman ciudades y se jodieron, che, la verdad que se jodieron…
―¿Y porqué, piedra, nos jodimos?
―Porque en las ciudades es muy difícil sentir a los dioses.
―¿A los dioses?
―Sí, cojudo: a los dioses. A todo aquello que la da sentido a la vida, que procura esperanza, amparo y felicidad porque te aporta fe y consistencia en el estar siendo, que te evita el miedo a la muerte, al dolor, al fracaso que es el miedo más inclasificable y absurdo de todos…
―Vos sabés que nunca lo había pensado así….
―Me estás mintiendo, Pablo.
Me río. La piedra me guiña un ojo y me dice:
―Si vos nunca lo hubieras pensado así, jamás hubieras estado hablando conmigo. Tomátelas, andá a celebrar el año nuevo de los hombres y volvé cuando quieras. Si no me encontrás en este sitio, preguntale a la arena o buscame por ahí. La vida es así.
Pablo Cingolani
Río Abajo, 30 de diciembre de 2017
Imagen: Purple Mountains - Emil Nolde
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