Jesús Ibrahim Chamali.
Era el 22 de mayo de 1976 y en poco más de una semana yo cumpliría catorce años. Era un adolescente tímido, encerrado en mis miedos y con una bulimia lectora que hacía que devorara cualquier cosa que cayera en mis manos, desde un comic hasta el Discurso del Método, del viejo Descartes. Mi vida, como la de la España de aquellos años, era un maremágnum insólito que se debatía entre una educación religiosa y fascista y los deseos de libertad que todos empezamos a sentir en esos años de nuestras vidas. A Franco, el dictador, todavía se le llamaba el Caudillo o el Generalísimo, con un tono a medias entre el respeto a quien fue Jefe del Estado (y amo y señor de nuestras vidas) y el miedo a que, en el fondo, a pesar de llevar meses muerto y enterrado bajo una losa de tonelada y media, fuera capaz, como Jesucristo, de resucitar y volver a tomar las riendas de ese país que ya empezaba a desmelenarse.
Como dije, yo estaba a punto de cumplir catorce años y las hormonas estaban en plena ebullición. El sexo, "eso" que estuvo prohibido durante cuarenta años en España, empezaba a ser el centro de todo; conversaciones, portadas, libros, películas, tesis doctorales y, por supuesto, era mi único pensamiento claro y recurrente a pesar de ser ese bulímico lector como ya he confesado. Y en ese ambiente, esa semana, nació INTERVIÚ. Era una revista que, de alguna manera, imitaba a PLAYBOY, recogiendo noticias de calado, haciendo reportajes de una calidad inusitada hasta ese momento en la prensa escrita española y llenando las páginas centrales (y mis deseos, claro) de cicas famosas ligeras de ropa. INTERVIÚ fue el revulsivo que necesitaba España y su aburrida prensa en esos momentos.
Hoy tengo casi cincuenta y seis años. Durante los últimos cuarenta y dos me ha acompañado, semana a semana, destapando no solo mujeres de bandera sino que haciendo, tal vez, el mejor periodismo de investigación que se haya hecho en este país en toda su historia. Algunos de sus reportajes fueron míticos y algunas de sus portadas, con esas chicas (y algunos chicos en su última etapa) fueron tan buscadas que llegaron a agotarse a la media hora de salir a los kioscos.
Hace una semana, el Grupo Z, propietario de, entre otras cabeceras, TIEMPO o INTERVIÚ, decidió tras una reunión con los trabajadores que duró diez minutos, decidió que cierra ambas revistas. ¿Qué nos ha pasado? ¿De verdad en España solo vende ya la prensa basura? Algunos le echan la culpa a la crisis. Otros a Internet, diciendo que desde existe la red, nadie necesita leer en papel noticias o ver a mujeres más o menos desnudas pero siempre con una perspectiva de erotismo y no de pornografía. Lo cierto es que en INTERVIÚ escribieron personajes como Joaquín Sabina, Juan José Millás, Forges, Fernando Savater, Luís Sepúlveda, Jesús Torbado, Joan Barril, Francisco Umbral,, Camilo José Cela, Villalonga, Vazquez Montalbán, Manu Leguineche... y esos puntos suspensivos seguirían hasta el infinito. ¿Es que ahora ya no interesa la literatura periodística? ¿Tan bajo ha caído este país como para que solo consuma prensa rosa, salmón o amarilla?
Yo soy como soy gracias a INTERVIÚ, a su valor a la hora de denunciar casos y cosas y de elegir temas de peso y autores de calado para escribir sobre ello. Aprendí a perder el miedo a pensar libremente, aprendí a ver a una mujer desnuda con naturalidad, sin sentir culpabilidad demoniaca o sin sentirme sucio, aprendí que nunca hay que aceptar a la primera lo que te venden, ya sea en literatura, en política, en la prensa o en la vida, sino que hay que revolver, revisar y releer todo antes de aceptar nada como auténtico. Si yo hoy fuera ese adolescente catorce años que fui en 1976, ¿qué referente tendría? ¿Cómo sería la vida de ese adolescente dentro de cuatro décadas?
Yo soy como soy gracias a INTERVIÚ, a su valor a la hora de denunciar casos y cosas y de elegir temas de peso y autores de calado para escribir sobre ello. Aprendí a perder el miedo a pensar libremente, aprendí a ver a una mujer desnuda con naturalidad, sin sentir culpabilidad demoniaca o sin sentirme sucio, aprendí que nunca hay que aceptar a la primera lo que te venden, ya sea en literatura, en política, en la prensa o en la vida, sino que hay que revolver, revisar y releer todo antes de aceptar nada como auténtico. Si yo hoy fuera ese adolescente catorce años que fui en 1976, ¿qué referente tendría? ¿Cómo sería la vida de ese adolescente dentro de cuatro décadas?
Hoy, como cuando Franco vivía y mandaba, vuelvo a sentir miedo por el futuro y asco por el presente. ¡Qué país, este!
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