La línea del horizonte


Mientras Limón duerme en una mesa, entre mis libros -protegen sus sueños de gato Los ríos profundos de Arguedas, el Robinson Crusoe del que ya sabés y las Obras completas de Manuel Castilla que me regaló el Paco, además editadas por él mismo en EUDEBA

Mientras duerme Limón, veo reventar el último sol en la línea del horizonte que veo desde mi ventana

El sol se está incendiando, derramando su última luz –la perpetua luz, la luz del sol

Y ya la veo sumergirse entre los pacíficos acantilados que derraman sal y arena atacama a las aguas de la Mama Kocha

Y yo siento, mientras lo tecleo, todo el ardor y el ansía de las sirenas que pueblan las aguas que alientan, las vibrantes aguas de las Islas Desventuradas (al fin, las metí en un texto)

Y siento la infinita felicidad de ver a la línea del horizonte –la línea del horizonte que empieza en Amachuma, en el corazón del altiplano boliviano- y que me provoca eso

Eso

Eso que está más allá de los límites de tu mirada

Eso

Eso que empieza ahí

Allí donde tu mirada acaba

Y empiezan los sueños.


Pablo Cingolani
Antaqawa, 3 de marzo de 2019

Imagen: Óleo del pintor valenciano Juan Francés Gandía.

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