Los dioses –que abrevan de nuestra piel- nos evaden
Dios nos teme
El mundo, tan simple, tan profundo y tan nuestro
Sólo espera de nosotros
La devolución de su encanto
Confía
Que solo nosotros
Los breves de propósitos
Los que no queremos nada más que
Una tierra deshabitada de sus demonios
Le devuelva su belleza, su majestad, su gracia
Esa de la que fue despojada
Esa arrancada con azote y hachazos
Eso que sólo lleva a la muerte
Del mundo, de la inspiración, de la vida
Los dioses –que supimos venerar en nuestros labios
Hoy piden que los escuchemos
Cuando fueron ellos los que nos abandonaron
Dios gime, Dios se agobia, Dios llora
Y no llora por nosotros: llora por Él
Llora por su omnipotencia ultrajada
Llora porque un virus lo acosa
Lo seduce y lo cerca
Lo quiere despojar de todo atributo
Lo quiere morder, destruir, aniquilar
Lo quiere ver padecer
¡Ey! Tu que no crees que el hombre
Se ha vuelto lobo del hombre
Carcelero del hombre
Promotor de su hambre y de su hastío
¡Ey! Tu qué me dices
Confía
Esto ya pasará
Esto es solamente una pesadilla
Tú, y tu daga, tú y tu veneno, tú y tu ira
No vencerán
Ya han llegado al límite
De lo tolerable
De lo que imaginábamos
Que podía ser el dolor
Que nos procuraban
De lo que sospechábamos
Era la tristeza
A la que querían
Condenarnos
Váyanse a cagar, con su enfermedad, basuritas del presente
Seguiremos hablando sólo con las aves, como San Francisco
El intrépido, el inconsciente, el inconstante
Váyanse, a cagar con sus oropeles de una escena sin fasto
Váyanse, a arruinar la vida a otros planetas y que sea lejos
Váyanse
Váyanse
Antes
Que el sol de la bravura
El sol del coraje
El sol del sacrificio
El sol del heroísmo
El sol de la inconstancia
Los queme
Los arrase
Los despoje
Los queme.
Inconstancia (2)
No me digas que no te dije que todo estallaría
No me digas/ que no te avisé/ que el fin de su mundo/ alboraba
Y vendría cargado de su infinita miseria
De esa medianía que asquea
De su incapacidad para conmover
Y no me digas/ que no te avisé
Que su racismo implosionaría
Y verías su verdadero rostro
Ese odio que calcina y los quema
Esa desesperanza que les carcome el alma
Ese miedo que le tienen al otro y a la peste
Que, para ellos, es lo mismo
Que se pudran navegando en la malaria
Que nosotros conocemos de ida y de vuelta
Si su mundo fracasa, nosotros bailaremos felices
Sobre sus ruinas
La revolución nace del derrumbe
La dicha, de la lucha
La pasión es nuestra
El pueblo sufre
Pero nunca muere
Ellos, sí
No son/ inmortales
No son/ invencibles.
Pablo Cingolani
Desde algún lugar, 4 de abril de 2020
Imagen superior: Ojos del Salado/ TeleSur
Imagen inferior: Obra del artista Lander Zurutuza dedicada a Pablo Cingolani.
Imagen inferior: Obra del artista Lander Zurutuza dedicada a Pablo Cingolani.
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