Versos de Lorca entre mis faenas agrarias

Márcia Batista Ramos

«¡Qué bonito es en pleno campo y en libertad el noble bruto! Y conste que no aludo a ningún título del reino, sino al caballo. ¡Oh! ¡Qué gallardía! ¡Qué agilidad! ¡Qué manera de revolcarse y de cocear tan elegante! Animal hermoso, útil, sufrido, inteligente y (¿por qué no repetirlo?) noble por excelencia, el caballo es un cuadrúpedo que ha tenido en la historia representantes de fama universal. ¿Quién no ha oído hablar del Pegaso, del Babieca, del Rocinante, del caballo de Carlos V y del caballo de copas?».

Juan Pérez Zúñiga, Viajes morrocotudos.

 

Uno de esos días en mi finca, a la hora de guardar a los caballos (antes de la oración, como dirían los lugareños), yo llevaba a mi potrillo Ícaro por la soga, cuando me vino a la mente el recuerdo de que los caballos tuvieron relevancia en la literatura universal, muchas veces como personaje principal o coprotagonista en la obra de grandes autores. Es sobradamente conocido el número de ejemplos de caballos que pertenecen a la literatura universal, ya que forman parte de la historia del hombre y por eso siempre fueron descritos como fragmento del paisaje.

El poeta Federico García Lorca utilizó el caballo como símbolo de pasión desenfrenada, horror, destrucción, muerte, instinto salvaje, lo asoció a la vida libre del gitano, a la libertad y el vitalismo, también al presagio de muerte, en su obra poética Romancero Gitano (1928). Federico García Lorca escribió los versos[i] que me acompañan en este texto:

 “-Huye, luna, luna, luna,

que ya siento sus caballos.”

El caballo junto al perro es un animal noble, fiel a su amo que, desde los primordios de la humanidad acompaña al hombre, otorgándole mucha confianza como animal doméstico; además, siempre demostrando su lealtad, inteligencia y sensibilidad. A lo largo del tiempo cambió la relación del hombre con el caballo, hoy se puede prescindir de un caballo por la estructura de la sociedad actual, pero antes era impensable la vida sin un caballo.

Los caballos tienen un carácter propio, que los individualiza. Son capaces de demostrar afecto y preferencias, entre tantas capacidades que poseen.

“El barco sobre la mar

y el caballo en la montaña.”

En realidad, los caballos ocupan un lugar de importancia en la historia de la humanidad, ya que sirvieron de medio de transporte, herramienta en la producción agrícola e, infelizmente, de tecnología de guerra (Bucéfalo que cuente las hazañas junto a su amo y con cuánta sangre se regaron los caminos desde Asia).

Mis caballos no poseen linaje, son criollos: resistentes, inteligentes, caprichosos y mimados (hablando en cristiano: mal educados).

“mientras el cielo reluce

como la grupa de un potro.”

 Lazlos fue el primer caballo de Mahoma y el bueno Rocinante fue el compañero de Don Quijote.

Ícaro es de color bayo, con una mancha blanca en la cara. Carácter suave y dócil. Espera que le acaricie y responde como un gato al rozar su cuello en mi cuerpo.

“Ojos chicos de mi cuerpo

y grandes de mi caballo,”

Los caballos han estado presentes primordialmente en la literatura épica, donde se presentan hechos legendarios relativos a las hazañas de los héroes y a las luchas reales o imaginarias en las que han participado dichos héroes.

“el insomnio del jinete

y el insomnio del caballo.”

En las grandes epopeyas de la literatura universal, los caballos legendarios cobraron fama. También en la mitología, tal como es el caso de Pegaso, el caballo alado que emergió del cuerpo de Medusa tras ser decapitada por Perseo.  O Arión que era un caballo fabuloso, que era famoso por ser más rápido que el viento.

El próximo potro que nazca en la finca se llamará Pegaso y si fuera hembra, posiblemente se llame Nube.

“Los caballos negros son.

Las herraduras son negras”

El Caballo de Troya, gigantesco caballo hueco de madera, ofrenda que permitió a los helenos, quienes estaban ocultos en su interior, tomar la ciudad de Troya, descrito en la Ilíada; entre otros caballos que, gracias a la literatura sus nombres se quedaron inscritos en el imaginario colectivo.

“Un caballo malherido

llamaba a todas las puertas.”

Asimismo, las novelas de caballerías, en las que las aventuras desarrolladas en este género literario estaban centradas en un contexto muy específico donde caballos y caballeros y sus actos heroicos protagonizaban una trama de acontecimientos históricos y fabulados, a la vez, que se desarrolló a finales del siglo XV.

“con los caballos dormidos

y las orzas de monedas.”

Varios poetas rindieron sus versos a ese hermoso animal, tan tierno e inteligente que cautiva a todos los que tienen la dicha de aproximarse y entrar en contacto con ellos. 

“Por la calle brinca y corre

caballo de larga cola,”

En la finca tengo a Ícaro hijo de Luna y Dédalo hijo de Brisa. Caballos con nombres que no recuerdan a corceles de historias épicas o corceles mitológicos. Sus nombres recuerdan otros personajes, de otros mitos: los que escaparon de Creta, de la prisión, Ícaro y Dédalo alados... Pero, solo Dédalo, llegó vivo al suelo, falló Ícaro por ser deslumbrado. 

 

 



[i] Versos de “Romancero gitano” de Federico García Lorca, obra poética publicada en 1928.

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