“El recuerdo hace esto: deja a las cosas ser pequeñas, las comprime” -Walter Benjamin-
Antes del nylon existían fibras naturales, vegetales y animales, el cáñamo, la seda, el lino, el yute. Los campesinos de nuestras zonas recordaban una leyenda que narraba que el gusano de la seda llegó a un campesino abatido, al cual se le dijo que con este gusano podía obtener una fibra muy requerida en todos los mercados del mundo, y así solventar la pobreza, no caerse en la miseria y finalmente librarse del patrón. No fue así. Las leyendas traen consigo también muchas otras verdades. Demasiadas.
Mucha memoria recorre la ruta de la seda, la dinastía Tang, Marco Polo, Samarcanda, el dux Francesco Foscari de la Pax Venetica, y las moreras que cubrieron toda la zona a norte del Po. Y las narraciones de mi madre, de cuando madrugaban y no dormían durante todo el mes de mayo, para atender a los gusanos de seda. El gusano entró en las familias campesinas como un personaje de una fábula, el personaje principal de una leyenda traída desde el lejano oriente. Después de unos veinte días será mariposa, pero al llegar era un casi invisible punto negro, centro de toda la atención campesina, desesperación de muchos; todo un lenguaje fue generándose entorno a él, a su efímera permanencia y a su finísimo trabajo…la primera dormida, el bozól, la fóia, la segunda dormida, preparar el bosque, i flugelli d’oro…tanto trabajo, día y noche sin descanso y poca ganancia para las familias campesinas.
Mayo, el perfume a lluvia vencido solamente por el olor fuertísimo de los gusanos incansables, mientras están tejiendo arriba en el cuarto de los niños, calentado con la estufa de terracota para mantener constante la temperatura ideal, entre 15 y 20 grados Celsius. En la tarde, unos temporales bellísimos obligaban sentarse en la puerta del establo al campesino, mientras su esposa seguía controlando las hojas de las moreras, sacándole el fruto pendiente y alejando los últimos insectos que seguían agarrándose en las ramas. El verde de las hojas y aquel olor nunca podré olvidarlos. Luego la seda se fue, la ruta entró en el olvido, de Samarcanda recordaré siempre el secreto del papel, los libros que pudimos leer…
Mientras, el cannabis vuelve a ser protagonista, Giorgio Armani lo defiende y lo propone cómo material natural para sus prendas, y así retorna un antiguo cultivo, una posibilidad, en todo un territorio antiguamente destinado a este cultivo. La bioedilizia también propone el utilizo de esta fibra para la construcción, el restauro, las nuevas casas. Trabajos viejos para campesinos nuevos. Volveremos al natural, por necesidad el ser humano siempre sacará su genio, antes que nos eclipsemos por la demasiada abundancia. El campesino volverá, está volando por el mundo cantó el Poeta, y sabrá producirse su alimento, construirse su vivienda, fabricarse su vestimenta, preparar su remedio. Y será también libre.
Maurizio Bagatin, 5 octubre 2021
Imagen: Autor anónimo, Hilado de capullos en la casa Giannelli, Cecchini, 1944
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