Borraremos todas las palabras y quedará un texto. Será el tejido de aquella frazada tan grande, la vida, el tejer de las noches que no veían aun el dilúculo in fraganti, el lento movimiento de los palillos frente a un licor -el Bourbon en una prosa de un amigo, la grappa esperándolo- mientras hilos y sonrisas y algunas lágrimas derramaban las frases sin tiempo. Celan y Pavese sabrán.
Hay alondras y murciélagos, amores difíciles que llevó a la narración Italo Calvino, él y a otros viandantes de la casa del ser, hasta que nuestro mundo iba acabándose con L’albero degli zoccoli (El árbol de los zuecos).
El arcoíris o el tramonto en una ciudad imaginaria del sur son felices misterios de los cuales un ser humano no puede aun desvelar la verdad.
Siguen tejiendo y ya es el alba. Bajo un cielo gris y en búsqueda del sol y del viento…
Maurizio Bagatin, 28 enero 2022
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