Miguel Sánchez-Ostiz
Me lo trajo su editor ayer por la tarde. Puedes creer que con los años vas perdiendo la ilusión de tener en la mano un libro nuevo, recién salido de la imprenta pero no es así. Cada vez que llega uno nuevo sientes una pequeña emoción, te preguntas por ese milagro de bolsillo que es que pasados los setenta sigas escribiendo y publicando, al ritmo que te dicta tu necesidad de escribir. No escribes para la industria editorial, sino para un grupo de lectores fieles, que creo son casi siempre los mismos o parecidos, y puedes dar gracias de tener un editor que edite tus ocurrencias. Me siento muy satisfecho de tenerlos a unos y a otros.Estos breves que componen el libro tienen algo que ver con un viaje de otoño, que da comienzo con la canción de los Guardias Suizos en el desastre del puente del Berézina, en la retirada del ejército napoleónico de Rusia, en 1812, y no en 1793, como dice L. F. Céline en el epígrafe que abre su Viaje al final de la noche: «Nuestra vida es una viaje / En el Invierno y en la Noche/ Buscamos nuestro camino/ En un Cielo en el que nada luce». En francés Bérézina es sinónimo de desastre: «C'est la Bérézina!», tal vez por eso Céline le puso ese nombre al pasaje donde vivió su infancia, como cuenta en Muerte a crédito. Puentes de Berézina que cruzar, bosques en los que encontrar refugio en una época de borrasca, como la que estamos viviendo ¿Cuáles, dónde? Ensoñaciones de apartamiento que dan en nada, rebeldías precarias, incertidumbres, perplejidades...
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Publicado originalmente en el blog del autor, Vivir de buena gana (17/2/2022)
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