París se acaba en La Paz


¿Habrá realmente existido Faustino Figueroa? ¿O es solo el personaje ficticio que nos quiere guiar por una Paris que se acaba en La Paz? Y es propio cuando una generación, la que vino apenas después de Gertrude Stein, se mide con Eros y Thánatos. Otra generación perdida, de un lado por fallidas revoluciones, y del otro por el aburguesamiento fácil. Antes, Rimbaud y Vallejo. Leo una historia que está escribiendo la Historia, y esta es una historia escrita por alguien que ya la dio a la luz en Bravo y Weber, dos cuentos que desde Los claveles de Tolstoi iban buscando más narración, una novela. Y Tolstoi también aquí tiene muchas responsabilidades.

Con una narrativa que nos engatusa, Guillermo Ruiz Plaza logra atrapar una época y, con una descripción tan poéticamente nítida, nos lleva a vivir aquellos años juntos a los personajes de la novela. Es la utopía que se enfrentaba al nihilismo, es la belleza que diseñaba espacios de libertades donde otros construían barricadas de poder. Personajes y hechos tan vivos, Camus que nos devora con existencialismo y magdalenas parisinas que no parecen ser exclusividades de Proust.

París, tal vez no era una fiesta, pero sin París Europa hubiera sido solamente una gran Bulgaria. Tal vez, con la novela, se trataba solo de esculpir el viento. Así, como la literatura nos enseña a salir vivos de la vida.

Maurizio Bagatin, 23 de julio 2022

Gracias a Guillermo Ruiz Plaza que a través de Daniel Averanga Montiel (El Gótico) me hizo llegar su novela El hombre tocado de viento

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