El fuego es la elasticidad de todos los elementos. Es el frío en Dante Alighieri y la temperatura de Planck en John Milton. Pan y ceniza que alimentan al hombre y a la tierra. En la ondulación de las llamas, funambulescas siluetas. En las piruetas, todos los colores. En las figuras, todas las imágenes. Ideal y real, antes y después.
La tierra que es forjada en el surco y es milagro en su verde frazada. Es vida, en la soledad necesaria, como en la última aldea. Eterno retorno del simple y del complejo. Con el agua, limo deslizante o arcilla que toma forma. Impenetrable armazón y grano de arena o piedra, choque primordial. Inicio, ruina, memoria y paz. Eternidad concentrada en infinitas medidas, dimensiones, formas, colores, residuos, resistencias y abandonos. Granito e inmensidad en el bloque, montaña, lastra, objeto. Silencio mineral. En tus arrugas la simplicidad del tiempo, y tu moldear las cosas. Esculpiendo lo existente y lo abstracto, la tabula rasa y el big bang, siempre la eternidad.
Agua que es luego sed. Devoradora y ausente y presencia oculta. Fuente y afluente, origen del sueño y memoria de nuestra sangre. Salada y dulce, fiel.
El aire es el canto, el movimiento y la pausa. En el espacio, el cuchillo que penetra y la caricia que se acerca. Es el incansable elemento y materia prima del poeta Pan. Movimiento y pausa: éxtasis o trance. Aire que vive en el recuerdo y en la música del silencio de Gog, perseverante poema.
Todo lo telúrico en el mito. Todo el mito en la palabra que lo contiene. Elementos en el principio del ente y en su perenne presencia. En el espacio que contiene el tiempo, en el tiempo que contiene el aire que contiene el fuego, en el agua que contiene el silencio, en las piedras y el aire y el tiempo de todos los elementos.
Maurizio Bagatin, 20 de agosto 2022
Imágenes: Los elementos en Bella Flor de Pucara
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