¿Quiénes viven en la Ciudad de Dite? Me lo pregunto cada vez, acercándome a la asombrosa Obra; a la edad de treinta y cinco años entra en la selva oscura, y viaja de peregrino con Virgilio en la razón, con Beatrice en la fe.
Escribió Luigi Pintor que “Los filólogos deberían averiguar con qué herramientas escribió Dante Alighieri y si iba limando sus versos a la luz del día o también a la luz de las velas. La Divina Comedia es demasiado larga y pocos estudiosos la han leído en su totalidad. Copiarla a pulso tardaría años, años que corren más rápido hoy que en la Edad Media. El progreso contrae el tiempo y acorta la vida alargándola en apariencia, cómo el poeta hizo su obra es un enigma del pasado".
En el sexto círculo del Infierno, ¿Quiénes están? ¿Los gibelinos? “contaminados con las herejías que pululaban en aquella edad”, todos aquellos sin el amor ágape…a nadie coloca Dante en el infierno o en el Paraíso, por razón de güelfo o gibelino, sino por pecador o por justo, contemporáneos hoy nos salvaríamos en pocos…eremitas, miserables, sin Dios y místicos…los últimos que cruzan las cicatrices de la Historia, las mujeres mudas y las dos distancias entre la inocencia y la experiencia, niños y viejos. No hay fuego y tampoco hay hielo, el Limbo la Iglesia ya lo borró, quedamos huérfanos de todos aquellos virtuosos, moderados y dignos…y la moral, la teología, la filosofía…quedan en el libro de seres imaginarios y reales.
Dante hizo poesía, por el poeta fingidor y que no miente. En lo que nos recuerda la memoria de Borges, en las palabras del ciego Homero y en la frase de Mallarmé: “Todo para en un libro”. Esquilo en el oráculo, Shakespeare en la moral de los personajes, Dante en Dios.
Maurizio Bagatin, 18 de agosto 2022
Imagen: Sandro Botticelli, El mapa del Infierno
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