Mojigangas barojianas


Miguel Sánchez-Ostiz

Vaya este comentario al hilo de un artículo publicado hoy en el diario, progresista, Público a propósito de una mojiganga política montada en Madrid por unos bribones sobre la chepa de Pío Baroja.

No me meto con quienes disfrutan de la lectura de la obra de Baroja y por lo que se refiere a los homenajes, saraos y mojigangas de las instituciones o de cuadrillas de granujas al alboroto festivo, diré que me importan un bledo. Allá cada cual con sus farras, sus películas y sus negocios (que lo son).

Dicho esto, añadiré que lo publicado por Público es de una falta de rigor lamentable: Baroja, paladín de la libertad y hombre humilde y errante, fue antisemita con crueldad (episodio de los judíos rumanos en «El hotel del cisne») y que lo fueran muchos no es excusa para los disparates ofensivos que escribió hasta muy tarde, estudiados al detalle por un profesor holandés; calumnió sin riesgo a personajes de la República en papeles publicados y en inéditos, e injurió a todo aquel que le caía mal y no podía defenderse por haber fallecido (Valle o Solana por ejemplo); silenció a todo el que podía hacerle sombra siquiera de lejos con una falta de empatía que da risa; mintió a placer sobre su vida y milagros (hay que leer los trabajos del profesor Mikelarena sobre el episodio de Santesteban/Bera), afirmó con desprecio no haber votado nunca, pero que fue a votar en el referéndum franquista de 1947 (documentado de su puño y letra: BNE), fue antidemócrata, antisocialista, anticomunista y apoyó de manera expresa de la dictadura del general Primo de Rivera, se colocó en la solapa la insignia nazi que le envió su amigo el suizo Schmitz cuando fardaba por exótica y se benefició de la jerarquía militar aristocrática de los alzados (Sánchez del Aguila Mencos por ejemplo) y de jerarcas falangistas del Diario de Navarra (Uranga), y hasta carlistas, de la mano de Ignacio Baleztena en el 38; anduvo, también en el 38, brazo en alto en Salamanca; urdió el albondigón de «Comunistas, judíos y demás ralea», según él mismo escribe (con apoyo de correspondencia) en papeles inéditos que publiqué sin problemas en 2007.; como no estoy seguro por no poder cotejar lo que me gustaría –un libro primerizo y dedicado del chileno Salvador Reyes con notorios subrayados que estaba en la biblioteca de Itzea y algunos de sus relatos tardíos–, no le acuso de plagiario; fue desagradecido con quienes le ayudaron en momentos difíciles (la familia García Larrache: en París y en Bayona), envidioso y resentido... lo de los jefazos republicanos yéndose a América con furcias a gastos pagados (y sus hijos hasta con máquinas fotográficas) es indecente... puedo seguir... las casi 2000 páginas escritas sobre él con apoyo documental me avalan.

El propio Baroja dijo que que lo mismo que había escrito «hombre humilde y errante», podía haber escrito orgulloso y sedentario: una de sus muchas patochadas.

¿Que le quieren hacer hijo adoptivo del país de los Mandingas? Que le hagan, pero no pienso cantar el Ba-ro-já, gure patroi handia! porque estimo que, además de devocionarios y hagiografías (genuino estilo español de la biografía me decía Ian Gibson un día que hablamos de estos negocios), conviene asomarse a páginas críticas, escritas al margen del dictado de la famiglia o del hampa académica y sus cuadrillas, y si se tiene tiempo y ganas huronear por bibliotecas, hemerotecas y archivos...

Ah, se me olvidaba, me gusta mucho, pero mucho Silvestre Paradox y considero magistral la trilogía de La Busca, Aurora Roja y Mala Hierba, pero el autor es quien se puso en escena y no otro.

-

Publicado originalmente en el blog del autor, Vivir de buena gana (28/12/2022)

Publicar un comentario

0 Comentarios