En Nápoles se habla también con el cuerpo. Andando por las calles de los barrios más populares nos encontraremos siempre con un Pulcinella que alzando un brazo por allá y moviendo la espalda por aquí, luego con un gesto de su boca, moviendo la espalda, hasta tirando un pie, se va comunicando con la vendedora de verduras de la esquina, con el zapatero del frente y con el carabinero que está pasando en aquel momento.
Este recuerdo me retorna a la mente después de una lectura de una anécdota que narraba, así tan poéticamente, Tullio De Mauro, uno de los mayores lingüistas italianos.
Si el lenguaje lleva consigo la contemplación, la gesticulación es un arte. Y Nápoles es la capital del gesto, del lenguaje gestual, y Pulcinella la máxima expresión de este arte. Pulcinella, que era un gran observador de los hechos lingüísticos y semióticos, le encantaba decir en su latín algo improvisado: grattatio capitis facit recordare cosellas, "El rascarse la cabeza nos hace recordar hasta las cosas más pequeñas".
Un dia, narraba Tullio De Mauro, estaban el economista italiano Piero Sraffa y el filósofo austriaco Ludwig Wittgenstein, hablando como lo hacían casi a diario en Cambridge, hasta que la discusión se fue calentando tanto que Sraffa, intentando manifestar su incertidumbre respecto cuanto exponía Wittgenstein, hizo un gesto, un típico “signo” del lenguaje gestual napolitano, del lenguaje de Pulcinella. Rascó con la punta de los dedos de la mano derecha, rotando el lado izquierdo de la barbilla repetidamente, de abajo hacia arriba, de derecha a izquierda. Este gesto es muy cargado de significados, y a traducirlo en palabras se necesitaría un discurso. En este aparentemente simple gesto caben todas las dudas del gesticulante y de cuanto no logra entender, pero también la inseguridad de que sea solo y simplemente así. Solo el gesto lo puede decir. Tullio De mauro confiesa que desde aquel gesto y desde aquel dia Ludwig Wittgenstein inicio una de sus mayores investigaciones, la que lo llevó a escribir sus Investigaciones filosóficas. Ahí se reúnen todas las reflexiones sobre lo que está en las palabras y lo que no está en los cálculos, sobre los aspectos por los que un lenguaje no es un cálculo.
El filósofo y Pulcinella se siguen hablando, uno contemplando la palabra, el otro poetizando sus gestos. Cada uno expresando su voluntad pero sabiendo que lo que uno dijo, no es necesariamente lo que el otro escuchó, y sobre todo, lo que entendió.
Maurizio Bagatin, 4 de marzo 2023
Imagen: Pulcinella gesticulando
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