El patio de la infancia


La pelota hecha de scotch resbalaba siguiendo extrañas trayectorias. Aún no habían llegado el Telstar del Mundial ’74 y el Tango que lo sustituiría después de cuatro larguísimos años de sudor y canillas doloridas. Soñaba una bicicleta. La Atala verde que mi tío Delio me regaló, viéndome ya ciclista él, mientras yo había ya entendido que aquel deporte era de mucho sacrificio. Amateur de las dos disciplinas fue el pasional encanto y el dulce desencanto. En el patio de la infancia entraban y salían sueños, nunca hubo un portón para prohibirle la entrada, nunca lo hubo para prohibirme salir con ellos.

El perfume de una flor, la violeta, es el perfume que en primavera me acompañaba. Bajo el sauce llorón a la entrada del patio, entre cartuchos y geranios, aparecían las violetas, “evocando el recuerdo de apagadas pasiones”, como me recordó Oscar Wilde. Los patios sin una flor no contienen recuerdos, no almacenan memoria para mañana.

El patio de la infancia tuvo siempre dos estaciones, una solar y una gris. El inmenso nogal, el sauce y la higuera con el plátano de sombra eran los arboles principales, luego vendrían algunos pequeños frutales, la vid que acompañaba la huerta. Todos los patios hacían de antesala para las huertas, en la estación solar el verde y los colores de los frutos eran de por si una placentera alucinación, durante la estación gris la melancolía recubría de blanco la tierra y la neblina envolvía todo el paisaje. Quien no vio estas dos estaciones no sabe aun lo que se perdió.

El patio recibía y botaba, la huella en la primera nieve y el silencio en el calor. Enero y agosto. Y en diciembre una escena de Novecento en todos los patios, la escena de la faena del cerdo. En marzo los primeros pasos descalzos sobre un verde para acariciar. El último noticiero antes de irnos todos a dormir en septiembre, el último mes con las ventanas abiertas y el aroma del mosto que salía de las cantinas en octubre, en los patios se reunían todas las almas, el grito de las madres, el sordo retorno de un padre, la bulla de los niños.

Maurizio Bagatin, 15 de julio 2023
Foto: En el patio de mi infancia

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