Los Andes y otros viajes


Peinados, pincelados, de repente acariciados, una geología estupefaciente. La Cordillera es el mestizaje de una colisión. Venas y arterias cruzándose, como algún día lo hizo el ser humano. Linfas vitales y esperma, el rostro de uno de sus habitantes va resumiendo los siglos de dominio árabe en España y luego el largo viaje de los habitantes de Extremadura. Figuras que siguen buscando Herzog y Béla Tarr. Mientras en las palabras de las mujeres ando buscando la figura picaresca femenina, el Lazarillo de Tormes que vive en nuestro gen.

Millones de años después el sol se habrá apagado. En las huellas cretáceas alguien seguirá buscando una explicación, entre ruinas y escombros la sola huella de nuestro pasaje. Si habrá sobrevivido el libro, en Los ríos profundos, el Yawar Mayu, alguien encontrará la increíble fuerza del tejido andino, en las dulzura y en la violencia de sus cumbres verá el diseño de miles rostros, del cóndor, del silencio y del canto, de la profundidad de la música del viento. Palabras quechua que se encuentran con palabras aymara, tinkuy y nuevos mestizajes, términos que han olvidado el alba de su mundo. Wagini, Umapirhua, Blanco Rancho, metamorfosis lingüística, siempre fuerza del dominio de un pueblo sobre otro pueblo.

Escuchando y leyendo la antropología, el estructuralismo de Lévi-Strauus y el amor por el indígena de Alfred Metraux, uno se va descomponiendo en las borracheras, en recorrer el mundo de los vivos y de los muertos del mundo andino. Como en un columpio o en un juego, la borrachera desinhibe, desnuda e invita a un mundo al revés. Las Crónicas de Indias fueron la puerta de acceso al realismo mágico, los viajes de Magallanes y Caboto y los mapas de Teodoro de Bry y de Martellus sus abordajes. ¿Cuántas veces hemos viajados con Alicia o Gulliver, con Fogg y Passepartout, imaginándonos piratas, villanos o héroes? Mapas fantásticos y viajes únicos.

Los Andes, mis Alpes y mis Apeninos. Edmondo De Amicis, lecturas de las adolescencias y los mitos que queríamos ir descubriendo. Hoy la sincera macurca de cuatro horas de camino, macurca bien marcada por la convivialidad de comunidades perdidas en la magia de sus paisajes, de sus distancias fabulosas, de sus olvidos fantásticos. Generaciones que imploran el agua. ¿Dónde se ocultan todos estos seres que, de repente, al llamado del pututu o de la campana, aparecen y luchan, trabajan y festejan? Salen de los kijllus grandes, de “las interminables vetas que cruzan las cordilleras”, las que “formando el cimiento de los nevados ciegan con su luz a los viajeros”.

Entre el polvo y el olvido, en la obnubilación de la Historia, la eco de un pasado que ni ellos pueden recordar, todo está siempre ahí, urqo wasapi, “detrás de estas cordilleras; en una quebradita”, ahí detrás del invisible cerro, del cerro imaginado, del cerro imposible. Una vez porque rico, otra vez porque maldito, siempre porque inalcanzable.

Maurizio Bagatin, 19 de agosto 2023
Imágenes: Los Andes, Wagini y sus habitantes








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