Ofrendas para que siempre vuelvas


“Nada me retuvo. Me liberé y fui (…)”

Kavafis: Fui

 

A Gabriela Piaggio


Volverás en otros labios, en otra piel, en otras vidas

Volverás en el viento, ese que canta siempre nuestra canción, el blues de los que vienen y van, el blues de los vagabundos y de los parias, el blues de los libres, de los que nunca se rinden, ni la muerte nos vence, ni la muerte acabó con tu luz

Volverás en el reflejo del agua del arroyo, ese que transparenta el alma, ese que fluye siempre contra toda adversidad y contra todos los desatinos e insensateces de la realidad

Volverás en la nieve, esa que ves y te ilumina, esa que ves y te alegra como vos alegraste nuestra vida

Volverás, volverás siempre, Gabriela, volverás en otras manos, volverás en otras pasiones, otros faros, volverás, volverás siempre en otros vientos, en otras piedras, en otras aguas, volverás, simplemente, en otras vidas.


* * *


A la montaña más alta, los tibetanos la llaman la Diosa Madre del Universo (Chomolungma). Siempre sentí lo mismo. Eso que se alza imponente hacia los cielos, el cosmos, el infinito es Madre y Diosa a la vez, nos ampara doblemente y más allá también: sintetiza todo lo deseable, todo lo bueno, todo lo bello que existe, existió y existirá en este mundo, abajo y arriba, en todas partes, siempre.

Por eso, acudo a Ella, a la montaña, a cualquiera de ellas: todas las montañas son ámbitos de lo sagrado, todas las montañas son nuestro refugio y nuestro lugar donde todos los sentimientos se conjugan, descarnadamente, y donde la verdad comulga, se desnuda frente a vos, y te enseña y te cura, te libera siempre.

De esa verdad, verdad raigal, radical, verdad inmemorial, busco señales y sobre esas señales -la certeza de un camino-, llego a donde deben suceder -las apachetas- y humilde y sinceramente, ofrendo a la Madre y ofrendo a la Diosa, a la Diosa Madre del Universo, para que el encanto del mundo nunca cese, nunca deje de admirarnos, nunca deje de alentarnos.

Hoy, fui por esa verdad en tu memoria, Gabrielita, mientras, en la casa, la Carolina te “khoaba” y mientras la Juliana te seguirá esperando para que conozcas a su wawa como le habías prometido antes de partir hacia las estrellas.


* * *


“Y bebí licores fuertes, como

los que beben los temerarios (…)”

Kavafis: Op. Cit.


Juro: nunca vi tantas señales juntas. Como si la Madre y la Diosa sintieran la hondura del dolor por una muerte prematura e inesperada, pero, a la vez, te agasajen, Gaby, por la vida incesante que honraste. La vida en vida, tu vida, por eso te honramos.

Un rosario de (nuevas y) pequeñas apachetas signaron mi travesía por la quebrada que elegí para honrarte desde este mundo por primera vez: por primera vez, digo, porque a los que se fueron, siempre se los honra, caminan con nosotros, siempre.

Pero lo más increíble de todo fue el hallazgo de tu mejor despedida de este mundo: una piedra pintada con El Ojo que Todo lo Ve. La vi, de repente, trajinando las grietas, bajo un alero: estaba allí, cuando antes no estaba: ¡mierda!, me dije. Esta es la señal, la señal de las señales: la Gaby está bien allí donde esté. Y así como lo siento, sé que es así, mi corazón me dice que es así, que no puede ser de otra manera. El Ojo que Todo lo Ve, donde esté, la está cuidando.


* * *


Volverás, volverás Gaby, en las olas del mar, que no se cansan, que siempre vuelven

Volverás en otras miradas, en otros ímpetus, en otras esperanzas

Volverás en otras vidas, siempre volverás

Y volverás, ya estás volviendo, porque nosotros nunca te olvidaremos

Hasta que te volvamos a encontrar, y todos juntos, volveremos.


* * *


La emoción me inunda. No puedo seguir, aunque quiera hacerlo. Escribí en un poema inconcluso:


“No descanses allá arriba

Seguí viviendo el cielo

Como siempre has sido

Como siempre fuiste”.


Que así sea y volvé, Gabriela, siempre volvé. Nosotros siempre te vamos a estar esperando.


En el viento de las punas, en la nieve de los cerros, en una ola del mar…


Pablo Cingolani
Antaqawa, 18 de agosto de 2023



Una de las apachetas, entre los helechos.


El final de todas las ofrendas.


: la apacheta de Tiñipata


La Gabriela, la Juliana y la Negrita cuando eran chiquitas, en la Isla del Sol.

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6 Comentarios

  1. Anónimo21/8/23

    Que hermoso y emocionante.

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  2. Anónimo21/8/23

    Precioso 🥺

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  3. Anónimo21/8/23

    Hermoso homenaje!!!

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  4. Anónimo22/8/23

    Gracias, transmites toda la paz que en estos momentos nos falta, esperando por Gaby.

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  5. Anónimo25/8/23

    Gracias, mi hija fue tanto, tanto y merece ese homenaje.

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  6. Anónimo25/8/23

    Hermoso y merecido homenaje 😍

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