Literatura con sangre


Afanes, muchos afanes. Si las palabras pudieran hablar y callar al mismo tiempo, el esfuerzo ya no sería afán. El silencio minaría el espacio, una nube llenaría el tiempo.

El hombre intentó también destruir la palabra. Desde las tablillas sumeria hasta el saqueo de las bibliotecas de Bagdad; cada día el mundo se cae en pedazos, y cada día alguien levanta sus pedazos y lo reconstruye; a los poetas queda este humilde oficio. No recuerdo en cual hoja de papel se logre hacer todo esto, en la finísima arena de una playa, en la roca inalcanzable de una montaña, en la corteza de un árbol, en la piel. La desaparición de la palabra es una crueldad que no se cicatriza jamás.

Un querido amigo abrió la puerta, la escritora ahora encontrará el paraíso de Borges, sus palabras en la contratapa de su libro son contundentes: “Si no fuera por la concepción de los personajes femeninos sería imposible imaginar la presencia de una mujer en la creación de esta obra”. Él la recibe, le invita un asiento, una hoja desnuda, un lápiz y todo el imaginario histérico de la realidad.

“Cerró la puerta. El no iba a ver la vida. El iba a hacer la vida. Aun “a la intemperie”. Y descubrió que ya sabía cómo.” Así me parece ver irse a Gaby Vallejo…

Maurizio Bagatin, 20 de enero 2024

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