¿Has escuchado el sonido de la arena? ¿Eso que canta cuando la caminas? No se iguala con nada porque es el mensaje perpetuo, ese que dicta: el tiempo no existe, simplemente: vamos y siempre volvemos por las mismas heridas porque de eso, mi amor, se trata la vida, un transitar pisando clepsidras, desmintiendo al tiempo, escuchando a la arena, la más sofisticada manifestación del espacio…
Arena, arenita
Arena, tapa mi huella…
¿Sientes la belleza profunda e invicta de lo que clama el poeta? ¿Sientes la virtud de esa arena compañera del que peregrina? Hay un sosiego infinito en esos versos, una necesidad de amparo, un amarre, una complicidad con el destino, la huella que huella el destino sólo la tapa la arena, la que canta, en los caminos de la vida, al que peregrina, pero no se exilia, al que vaga, pero sabe a dónde ir, porque dicen los que antes han sabido, no se trata de viajar, sólo se trata de vivir
Arena, arenita
Arena, tapa mi huella
Para que en las vendimias
Mi vida, yo vuelva a verla
No se viaja, se vive, así sea volviendo siempre a lo que duele, a lo que hiere: la vida, se vuelve plena, al asumirlo, al enfrentarlo, al volverla tuya como una llaga que hace camino, se hace huella que la arena tapa y luego te la brinda para que la veas, para que la vivas, para que la sientas
Al final de la huella, estarán las vendimias, el fruto de tanto padecer y tanto andar, más allá del dolor, más allá de todas las tristezas, y si no te pierdes, y si vuelves a ver la huella, tu huella, no habrá mejor recompensa, mayor halago: has vivido con plenitud -como quería el Néstor Paz, guerrillero y místico
Hay que volver a confiar en la arena…
Hay que dejarla andar bajo nuestros pies, arena, arenita…
La humanidad debe volver a creer en Jesús, en Ibn Jaldún, en el Néstor, en el Cuchi y en el gran Manuel Castilla…
Arena…
Arenita.
Pablo Cingolani
Antaqawa, 12 de febrero de 2024
Las citas corresponden a La arenosa de Manuel Castilla y el Cuchi Leguizamón
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