Lorena Ledesma
Busqué en mis fotos una del 24 de marzo de 2006. No tengo. En aquel tiempo tenia un teléfono gris pequeño como una cajetilla de cigarros de 10 que con suerte mandaba SMS. Las fotos las tomaba con la mente y tejía hitos en mi memoria.
Recuerdo que me tocó trabajar el día de la marcha. Estábamos justo sobre avenida de Mayo, era obvio que estaríamos en el epicentro. Los jefes le temían a la furia de Quebracho, un colectivo bien combativo que hacía zumbar los ventanales del McDonald de la esquina y del Banco Boston de la intersección de la peatonal. Yo sentía emoción.
Crecí informada del momento histórico que se conmemoraba. Era memoria, pero también lucha. Nadie me adoctrinó, yo me informé y tomé mi postura a temprana edad. Vi documentales y leí artículos antiguos. Lloré con La noche de los lápices y no con Titanic. Canté Rasguña las piedras y no Baby one more time. Siglo 20 cambalache era mi programa preferido de los sábados a la tarde. Ese 24 de marzo, a mis veintes ya tenía extendida mi bandera de memoria, verdad y justicia.
Cuando empezaron a llegar las columnas de manifestantes al son de los bombos, el jefe desapareció. Quedamos Ester y yo. Mi compañera era una mucama de mas de 60 años que venía a hacer el aseo desde más lejos que yo. Demoraba 4 horas en llegar y tomaba una combinación eterna de colectivos y trenes. Con Ester conectamos muy pronto, era una persona con mucho camino recorrido, muchas lecturas y una capacidad de reflexión admirable. A ella le habían secuestrado a su esposo en uno de esos operativos de la muerte.
Juntas cerramos la recepción del Hotel y nos fuimos al piso superior a ver como se extendía la masa de gente en el primer día oficial de la Memoria, la Verdad y la Justicia. Ahora a mis 40 no tengo dudas de que lado de la Historia estoy.
NUNCA MÁS
Raúl Emanuele
Marcha del día de la memoria, por la verdad y la justicia, Buenos Aires.
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