Paneo sobre el reencontrado libro de la Sontag, Sobre la fotografía (Santillana, México DF, 2006. El original se publicó en 1973) y con su mismo procedimiento (La obra incluye una Breve antología de citas, un homenaje a W.B., sin dudas Walter Benjamin), copio una seguidilla de las mismas donde la descripción/explicación del mundo actual, con algunos testimonios centenarios y más antiguos y venerables aún, resulta asombrosamente especular y tan presentes que abruman porque no meten el dedo en la llaga, meten el cuerpo, el espíritu y la condición humana en el torbellino de “nuestra sociedad inmunda” como diría el inmortal Baudelaire, uno de los citados. Ya estaba dicho, escrito, publicado. La última cita, la más lejana de todas en el tiempo-espacio es, deseo, una apuesta a la esperanza. Aquí va este tour de forcé revelador:
“Una sociedad capitalista requiere una cultura basada en las imágenes. ¡Necesita procurar muchísimo entretenimiento con é! objeto de estimular la compra y anestesiar las heridas de clase, raza y sexo. Y necesita acopiar cantidades ilimitadas de información para poder explotar mejor los recursos naturales, incrementar la productividad, mantener el orden, librar la guerra, dar trabajo a los burócratas. Las capacidades duales de la cámara, para subjetivizar la realidad y para objetivarla, sirven inmejorablemente a estas necesidades y las fortalecen. Las cámaras definen la realidad de dos maneras esenciales para el funcionamiento de una sociedad industrial avanzada: como espectáculo (para las masas) y como objeto de vigilancia (para los gobernantes).
La producción de imágenes también suministra una ideología dominante. El cambio social es reemplazado por cambios en las imágenes. La libertad para consumir una pluralidad de imágenes y mercancías se equipara con la libertad misma. La reducción de las opciones políticas libres al consumo económico libre requiere de la ilimitada producción y consumo de imágenes”. (Sontag, Óp. Cit. pág. 249-250)
“La razón última de la necesidad de fotografiarlo todo reside en la lógica misma del consumo. Consumir implica quemar, agotar; y, por lo tanto, la necesidad de reabastecimiento. A medida que hacemos imágenes y las consumimos, necesitamos aún más imágenes; y más todavía. Pero las imágenes no son un tesoro por el cual se necesite saquear el mundo; son precisamente lo que está a mano dondequiera que se pose la mirada. La posesión de una cámara puede inspirar algo semejante a la lujuria. Y como todas las variantes creíbles de la lujuria, nunca se puede satisfacer: primero, porque las posibilidades de la fotografía son infinitas, y segundo, porque el proyecto termina por devorarse a sí mismo. Las tentativas de los fotógrafos de animar la sensación de una realidad mermada contribuyen a su merma. Nuestra opresiva percepción de la transitoriedad de todo es más aguda desde que las cámaras nos dieron los medios para fijar el momento fugitivo. Consumimos imágenes a un ritmo aún más acelerado y, así como Balzac sospechaba que las cámaras consumían capas del cuerpo, las imágenes consumen la realidad. Las cámaras son el antídoto y la enfermedad, un medio de apropiarse de la realidad y un medio de volverla obsoleta”. (Sontag, Óp. Cit. Pág. 250)
“Ahora, por una suma francamente irrisoria, podemos familiarizarnos no sólo con rodos los lugares famosos del mundo sino también con casi todo hombre notorio de Europa. La ubicuidad del fotógrafo es maravillosa. Todos nosotros hemos visto los Alpes y conocemos Chamonix y la Mer de Glace de memoria, aunque nunca hemos afrontado los horrores del canal de la Mancha. [...] Hemos atravesado los Andes, ascendido al Tenerife, errado en Japón, «recorrido» el Niágara y las Mil Islas, bebido el deleite de la batalla con nuestros pares (en las vitrinas), presenciado las reuniones de los poderosos, intimado con los reyes, emperadores y reinas, primadonnas, favoritos del ballet y «actores de grácil talento». Hemos visto fantasmas y no hemos temblado, hemos saludado a monarcas sin descubrirnos; en pocas palabras, hemos observado a través de una lente de tres pulgadas toda la pompa y vanidad de este mundo malvado pero bello”.
«D. P.», columnista de Once a Week
Londres, 10 de junio de 1861
“[...] ha surgido una nueva industria que contribuye no poco a confirmar a la idiotez en su propia fe y a arruinar lo que podía quedar de divino en el genio francés. La turba idólatra postula un ideal digno de sí misma y acorde con su naturaleza, desde luego. En materia de pintura y escultura, el credo actual de la gente de mundo, sobre todo en Francia [...] reza así: «Creo en la Naturaleza, y solamente en la Naturaleza (hay buenas razones para ello). Creo que el Arte es, y no puede ser más que, la reproducción exacta de la Naturaleza [...] Así las cosas, una industria capaz de brindarnos un resultado idéntico a la Naturaleza tendrá que ser el arte absoluto". Un Dios vengativo ha escuchado los ruegos del populacho. Daguerre fue su Mesías. Y ahora el público se dice a sí mismo: «Puesto que la fotografía nos otorga todas las garantías de exactitud que puedan desearse (¡lo creen de veras, los insensatos!), entonces fotografía y Arte son la misma cosa". Desde ese momento nuestra sociedad inmunda se abalanzó como un Narciso a contemplar su imagen trivial en el metal [...] Algún escritor democrático debió haber visto en ello un método barato para difundir el odio por la historia y la pintura entre las gentes. [...]”
Baudelaire
“La necesidad de «acercar» las cosas espacial y humanamente es casi una obsesión hoy día, al igual que la tendencia a negar el carácter singular o efímero de un acontecimiento determinado mediante la reproducción fotográfica. Existe una compulsión cada vez más intensa a reproducir el objeto fotográficamente, en primer plano”.
Walter Benjamin
“Si sólo me motivara la curiosidad, costaría decirle a alguien: «Quiero ir a su casa para que me hable y me cuente la historia de su vida». La gente diría: «Está chiflada». Más aún, se pondría en guardia. Pero la cámara es una especie de licencia. Mucha gente quiere que se le preste tanta atención, y además es una clase de atención razonable”.
Diane Arbus
“Oswiecim, Polonia - Casi treinta años después del cierre del campo de concentración de Auschwitz, el horror que impregna el lugar parece disminuido por los puestos de souvenirs, los letreros de Pepsi Cola y la atmósfera turística.
Pese a la fría lluvia otoñal, miles de polacos y algunos extranjeros visitan Auschwitz todos los días. Casi todos visten a la moda y obviamente son demasiado jóvenes para recordar la Segunda Guerra Mundial.
Recorren las antiguas barracas de prisioneros, cámaras de gas y crematorios mirando con interés muestras tan horrendas como un enorme exhibidor lleno de cabello humano que los SS usaban para fabricar telas. […] En los puestos de souvenirs, los visitantes pueden comprar una selección de escarapelas en polaco y alemán, o postales de cámaras de gas y crematorios, o incluso bolígrafos que vistos a trasluz revelan imágenes similares”.
The New York Times, 3 de noviembre de 1974 (“At Auschwitz, a Discordant Atmosphere of Tourism”)
“Los medios se han erigido en sustitutos del mundo que nos antecedió. Aun si deseáramos recuperar ese mundo anterior sólo podemos hacerlo mediante un estudio intensivo de las formas en que los medios lo han engullido”.
Marshall McLuhan
“Cualquiera que conozca el valor del afecto familiar entre las clases bajas, y que haya visto la serie de pequeños retratos colgados encima del hogar de un trabajador [...] quizás esté de acuerdo conmigo en que para contrarrestar las tendencias sociales e industriales que minan diariamente los afectos familiares más saludables, la fotografía barata está haciendo más por los pobres que todos los filántropos del mundo”.
Macmillan s Magazine, Londres, septiembre de 1871
“En la primavera de 1921, se instalaron en Praga dos máquinas fotográficas automáticas recientemente inventadas en el extranjero que reproducían seis o diez o más exposiciones de la misma persona en la misma placa. Cuando le llevé a Kafka una serie semejante de fotografías le dije de buen humor:
-Por un par de coronas uno puede hacerse fotografiar desde todos los ángulos. Este aparato es un Conócete a ti mismo mecánico.
-Un Desconócete a ti mismo, querrás decir -dijo Kafka.
-¿A qué te refieres? -protesté-. ¡La cámara no miente!
-¿Quién te dijo eso? -preguntó Kafka inclinando la cabeza- La fotografía concentra nuestra mirada en la superficie. Por esa razón enturbia la vida oculta que trasluce a través de los contornos de las cosas como un juego de luces y sombras. Eso no se puede captar siquiera con las lentes más penetrantes. Hay que buscarlo a tientas con el sentimiento. [...] Esa cámara automática no multiplica los ojos de los hombres, sino que se limita a brindar una versión fantásticamente simplificada del ojo de una mosca”.
Fragmento de Conversaciones con Kafka, de Gustav Janouch
* * *
Esta va de yapa y es la más antigua y es de combate, no guarda ninguna relación con el resto de las citas y es mi apuesta a la esperanza:
“Hacer fotografía de un caleidoscopio”.
William H. Fox Talbot (nota manuscrita fechada el 18 de febrero de 1839)
¡Gracias Susan! ¡Aguante la Sontag! (Salúdamelo a Jimi Hendrix)
Pablo Cingolani
Antaqawa, 8 de marzo de 2024
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