Agosto


La poesía de Cesare Pavese: “Son rimasti uva e pane sul tavolo bianco. /Le due sedie si guardano in faccia deserte. /Chissá il solco di luna che cosa schiarisce, /con quel suo lume dolce, nei boschi remoti”. (Han quedado uva y pan sobre la mesa blanca. /Las dos sillas se miran de frente desiertas. /Quién sabe qué cosas alumbra el surco de luna, /con esa luz, dulce, en los bosques remotos). Mes augusteo para el vino y el amor, agosto es ver desde una ventana entrar un cuadro alucinado de Van Gogh, y soporíferas tardes después de una buena digestión, luego vendrán noches estrelladas, San Lorenzo y gallos que irán confundiendo al conticinio de los enamorados furtivos. Embrollo de la canícula que muchos extrañarán en enero.

En las noches, al frescor de una higuera se presentaban sandias que venían arrancadas y cortadas como si fueran el encuentro con una alucinante sorpresa, mientras yo miraba en las faldas levantadas por el calor, el gotear de la dulce fructosa que no entraba en la boca, y la sonrisa manchada de la virginidad apenas perdida. Nuestro agosto fue siempre así, cuando teníamos la edad sin castigos y sin dolor.

Agosto era el mes que alegraba, al nombrar su nombre, al oírlo, al calcularlo, mes tan esperado para la clase obrera; la lluvia en el bosque y el madurar de las uvas. Se cumplía el ocio esperado, todo cuanto quedaba del sueño acumulado y los sueños reprimidos. Las noches insomnes transcurrían adentro los filmes de Fellini y de Buñuel.

Fue la curiosidad en derrumbar la vergüenza y en saciar nuestros deseos. Freud fue abatido con alegría y sin dolor. Íbamos desnudos y con tabarros prestados emboscando a las más bellas del pueblo, cruzando extensos maizales y ocultándonos detrás de los últimos arboles de moreras. Venganza con los profesores eunucos y las profesoras mojigatas antes del próximo mes, septiembre de la reflexión y del retorno a la escuela.

Agosto es lampiño, glabro y desnudo, es como el alma según Platón, la dimensión humana más importante, y la más inexplicable. Agosto es útil a los dogmas y a las liturgias. Íbamos nosotros acumulando calor como mamíferos sabiendo del largo letargo. Regábamos la marihuana trasplantada donde la Fontanella, hierba buena para el largo invierno. Agosto sufre el confort que Rimbaud le vio al invierno: puertas y ventanas cerradas herméticamente, no oímos las radios siempre encendidas, nos vemos el entrar y el salir de perros y gatos, solo el gris silencio del confort. Trigo y amapolas secas, siempre el fuego de los tomates en la huerta y el agua fría que hacíamos subir del pozo excavado con manos desnudas. Agosto serán los cuentos bien inflados de diciembre, el narrar que salva nuestras vidas.

Maurizio Bagatin, agosto 2024

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